El 8 de agosto de 1935 se casó mi hermano mayor, Karl,con una joven católica llamada Inga Helms. Los dos tenían veinte años.
Recuerdo con toda claridad el ardiente sol estival que caía sobre Berlín. Ni un soplo de aire agitaba las hojas de los Álamos y los robles en el hermoso jardín del restaurante << Golden Hart>>. Este restaurante era famoso por sus instalaciones para comer al aire libre. Blancos enrejados cubiertos de parras, estatuas , fuentes y un denso césped. El banquete de bodas lo celebramos en una zona privada que nos había Sido reservada, rodeada de altos setos de un verde oscuro.
Por entonces, yo tenía diecisiete años y mi hermana Anna trece,la Benjamina de la casa. La recuerdo vagamente burlándose de mi y yo persiguiendola, empujándola casi dentro de la fuente. Regresemos juntos a la larga mesa cubierta con un mantel de hilo, con sus fruteros, el champaña y los helados, y presidida por la gran tarta nupcial. Nuestra madre nos reprendio cariñosamente.
- Un poco más de formabilidad, niños- nos dijo- . ¿ Y tu corbata, Rudi? ¿ Qué has hecho de ella?
- Hace demasiado calor, mamá.
- Haz el favor de ponertela. Es una ocasión en que hay que respetar las convivencias.
Aunque reacio, ni que decir tiene que me la puse. Mi madre sabía imponerse. Siempre conseguia que la obedecieramos. Cuando éramos pequeños, aveces nos daba unos azotes. Por el contrario, y se mostraba siempre tan preocupado con sus pacientes que, por lo que puedo recordar, jamás nos censuró o grito y mucho menos llego a pegarnos.
Actuaba un acordeonista y recuerdo que tocaba Valses de Strauss, alegre canciones del caballero de la rosa y el murciélago. Pero nadie bailaba y yo sabía por qué.
Eramos judíos,gente ya marcada como un ganado. Millares de judíos habían Abandonado ya Alemania, y los nazis se habían apoderado de sus propiedades. Se habían producido tumultos en las calles, humillaciónes y manifestaciones. Pero nosotros habíamos permanecido allí. Mi madre siempre insistía en que Hitler era un <<político más>>, un advenedizo a quien pronto pondrían en su sitio estaba segura de que las cosas mejorarían. Hacia siglos que su familia vivía en el país y se sentía más alemana que cualquiera de aquellos matones que enarbolaban banderas por las calles.
Sin embargo, la incomodidad en el banquete de boda se debía a algo más que nuestra calidad de judíos. En realidad,las dos familias, los Helms y los Weiss, no se conocían. Los Helms eran más bien gente llana. El padre de Inga era maquinista, un hombre tímido de rostro achatado. Supongo que era una buena persona. Su esposa, una mujer modesta, más bien bonita, del mismo tipo que Inga, de rostro alargado, rubia y ojos azul claro. Inga tenia un hermano más joven, de mi edad aproximadamente. Se llamaba Hans Helms, y le conocía de los partidos de fútbol. Era uno de esos atletas que se crecen fanfarronamente cuando ganan, pero que, en cuanto pierden, se derrumban . En algunas ocasiones habíamos jugado en campos contrarios y siempre le había superado. Al mencionarle los partidos, seguro que no de acordada. Era soldado en el ejercito alemán, y a quel día vestía de uniforme.
De repente, Inga besó a mi hermano en la boca, quizá para romper el tenso silencio que reinaba alrededor de la mesa. Mi hermano parecía violento. Karl era un joven moreno, alto y delgado, de mirada pensativa. Había conocido a Inga en la academia de arte comercial, dónde trabajaba como secretaria del director. Karl era uno de los estudiantes más destacados. Mi madre creia que Karl de casaba por debajo de su nivel social.
Y a quel caluroso día de agosto sintió reforzado su punto de vista ante la humilde familia trabajadora que se sentaba frente a nosotros.
Pero Berta Weiss no contaba con la férrea voluntad de Inga( mi madre también tenía carácter muy fuerte, pese a lo cual no logro doblegar el amor que Karl sentía por Inga). Y , en verdad, estaban profunda e intensamente enamorados uno de otro. Creo que Karl consideraba a Inga una joven vigorosa, alegre, con voluntad y decisión,. Tipo de mujer que el necesitaba, ya que su carácter era pesimista, preocupandose por todo, absolutamente distinto al de Anna y el mío.
- besame otra ves - pidio Inga.
- todavía no estoy acostumbrado a hacerlo... En publico
- contesto Karl.
Ella le asió, para besarle,a la ves que apartaba su velo de novia.
Estaba encantadora con su vestido de seda y encaje y la pequeña corona de margaritas en la cabeza. Anna y yo empezamos a aplaudir. Lancé un silbido a través de dos dedos. Aquello parecio relajar la tensión de la familia Helms.
Sonrieron tímidamente. Hans Helms me guiño un ojo... De hombre a hombre.
Por nuestra parte, se sentaban a la mesa mis padres, el hermano pequeño de mi padre, Moses, llegado de Varsovia para asistir a la boda, y mis abuelos maternos, los señores Palitz. Mi abuelo era todo un hombre, con el pelo blanco, la espalda erguida, condecorado por el Kaiser por su heroísmo durante la primera guerra mundial. Tenía una librería, y siempre afirmaba que no temia a los nazis por qué Alemania también era su patria.
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holocausto
Historical FictionGerald Green nos relata la historia conmovedora de dos familias, entre los años 1935 a 1945;una,cuya cabeza es un médico judío,sufre las consecuencias del antisemitismo;la otra es dirigida por un abogado aleman quien, convencido por su esposa, ingre...