Richelle ya se había dormido, pero estaba teniendo un sueño extraño... mas bien extrañísimo, con aquel chico con el que había chocado el día anterior.
Ella estaba sentada y de repente, él llegaba hacia ella y olía su cuello mientras la abrazaba muy fuertemente, estaban a punto de juntar sus bocas cuando ¡BAAAM! Richelle se cayó de su cama.
Au...- dijo sobándose la cabeza.
Oh, ya despertaste, que bueno. Baja a la cocina, el desayuno está listo.- dijo su madre que estaba parada en la puerta.
Ok.-
Este día, la madre de Richelle había preparado su desayuno favorito, waffles y huevos estrellados, también le había dejado una malteada de vainilla.
¿Cuál es la razón de esto?- preguntó Richelle con un brillo en los ojos.
¿Qué no puedo consentir a mi hija de vez en cuando, o qué?- dijo su madre mientras acariciaba suavemente su cabeza.
Pues así no me dan muchas ganas de ir al colegio-
Debes ir, sabes que a tu padre no le gusta que faltes- dijo en tono serio.
Bueno, era una broma-
Terminó su desayuno y se metió a bañar, Richelle tenía la piel muy blanca, y la cuidaba mucho, por eso se tardaba mucho.
¡Richelle, se te va a hacer tarde si no sales ahorita del baño!-
¡Ya voy, mamá!-
Se cambió y se fue. Al llegar al colegio, se encontró con Viveka y Dagna.
Dagna iba en el salón de Richelle, y era la única a quién le hablaba, pues Viveka estudiaba otra especialidad.
Estaban en el campus, dando algunas vueltas y conversando sobre temas irrelevantes, hasta que llegó la hora en que Dagna y Richelle se tenían que ir.
Nos vemos, Feliveka- dijo Richelle
Cuando acabe esta hora hay que encontrarnos de nuevo, o a ver que hacemos- replicó Viveka
¡Cielos, llegaremos tarde!- gritó Dagna.
Afortunadamente llegaron justo antes de que el profesor cerrara la puerta.
Todos empezaron a sacar sus cuadernos y lápices, la clase iba normal, Richelle estudiaba dibujo artístico, ya que tenía una gran habilidad para eso. Usualmente dibujaba algún paisaje que veía en los libros de la biblioteca, a alguna cosa o hasta persona.
Ya iba a la mitad de la clase cuando Richelle se dio cuenta de que estaba dibujando al chico de la biblioteca, y de que había detallado perfectamente sus ojos y su boca. Ella decidió acabar el dibujo con la esperanza de que así ese sentimiento de inquietud se alejara.
Oh, pero que guapo, ¿Es tu novio?- dijo Dagna arrebatándole el cuaderno.
N-no. Es un extraño, ayer choqué con él cuando salía de la biblioteca-
¿Y no le pediste su número? Porque se ve que te gustó-
¿Que parte de "Es un extraño" no entendiste? Además ya tenía que regresar a mi casa, era muy tarde-
Ay, la última vez que tuviste novio fue hace como un año... ¿Acaso nunca piensas enamorarte?-
En el momento en el que Dagna acabó su oración alguien tocó la puerta.
¿Sí?- dijo el profesor mientras atendía el llamado.
Después de unos minutos regresó a su escritorio acompañado de un chico.
Muy bien, tendremos a un nuevo estudiante trabajando con nosotros, ¿Querrías presentarte, por favor?-
Mucho gusto, mi nombre es Alger Zimmermann-
Richelle estaba atónita, era el muchacho con el que había chocado, y más importante aún, era aquél a quien estaba dibujando.
Siéntate detrás de...Richelle-
Fue entonces cuando ella reaccionó.
¡Oh por dios! ¿No es el chico que estás dibujando?- le dijo en un susurro Dagna.
Creo que sí...- dijo mientras sentía arder su cara.
Entonces en un súbito movimiento ella volteó su cuaderno para que él no lo viera.
Disculpa, ¿Esto es tuyo?- dijo alguien
Eh...¡¿Eh?!- dijo Richelle un poco aturdida
Disculpa, soy Alger, puedes llamarme Al si quieres... Am...
Richelle Wolff-
Ah. Richelle ¿Este lápiz es tuyo?- dijo mientras le mostraba el lápiz.
Oh, si, lo siento-
Ahora se sentía aún más avergonzada, pues en algún segundo del movimiento del cuaderno, su lápiz salió volando.
...Oye, ¿No te he visto en algún lado?- dijo él levantando suavemente su barbilla.
N-no lo creo-
¡Claro que sí, eres la chica del otro día, con la que choqué!-
Ella sólo bajó la cara, pues casi se estaba derritiendo de la vergüenza.
Disculpe, joven Zimmermann, ¿Verdad, podría tomar asiento para poder continuar con la clase, por favor?- dijo el profesor
Oh, si, perdóneme-
Todo se había calmado, al menos hasta ahora, pues ya casi acababa la clase.
Unos minutos después, la campana de cambio de clase sonó y Richelle se sintió un poco aliviada, por lo menos hasta que salieron del salón, pues alguien la llamó.
¡Rich!-
¿Rich? Nadie me llama de esa manera- pensó para después voltear.
Era Alger, el chico de la biblioteca, que venía directo hacia ella.