El chico del bus.

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¿Nunca habéis pensado lo fácil que sería cerrar los ojos y no volver a abrirlos hasta el día en el que dejes de respirar?

Y realmente no me refiero al hecho de morir, si no al hecho de que a veces la vida se nos hace tan aburrida, que de verás necesitamos algo que le de chispa a cada minuto, a cada segundo. Simplemente que llegue un momento en el que cambiemos la monotonía por algo especial, por algo increíble. Porque si no, ¿que sentido tiene la vida si no le ponemos nada de color? ¿Nos quedamos siempre en blanco y negro? Porque creo que entonces prefiero vivir toda una vida sin abrir los ojos, sin saber lo aburrido que puede llegar a ser el mundo...

Soy Alika, bonito nombre para la mayoría pero muy raro para los demás, es el que mi madre escogió en aquel momento en el que se enteró que estaba embarazada de mellizos. Que pena que ella no pudiera ver nunca si me quedaría bien o no. Oh, claro, mi madre murió el día en el que yo y mi hermano nacimos, digamos que la pobre no pudo con todo a la vez y de verás que lo comprendo. Tema superado supongo, ya han pasado 19 años de eso.

Supongo que también querreis saber quién es mi hermano, por qué he empezado soltando todo ese rollo, que se supone qué hago aquí contando toda mi vida... pues, verás. Resulta que esa chispa de las que os hablaba antes llegó, no de la mejor manera y tampoco con buenos modos, pero llegó.

Llegó para literalmente, poner mi mundo del revés. Pero, fue tan cutre todo que cada vez que lo recuerdo no puedo evitar reírme, fue vergonzoso en serio. Fue, antes de conocerlo, cuando yo lo veía todo blanco y negro, pero no me malinterpreteis, no me puedo quejar de la vida que llevo, es aburrida pero es buena.

Tengo una familia genial, un poco rota y pequeña, pero es increíble. Soy capaz de estudiar y trabajar a la vez, realmente lo hago, para ayudar a mi familia a mantener nuestra diminuta casa en un barrio de Madrid. Adoro a mis amigas, son las mejores del mundo. Pero aún siento que mi vida es aburrida. Fue él quien me dio la chispa para que todo cambiara, para que los colores empezarán a aparecer en mi vida.

Y si, fue él, se llama Rafa.

Ahora os contaré como me acabé enamorando de un desconocido que me encontré en un autobús.

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