Capítulo 1

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Bep, bep
Bep, bep
Bep, bep

-Dime que no, por favor... -murmuro quejosa mientras intento apagar el despertador y despegar las calentitas sábanas de mi cuerpo aún dormido.

7:00 am. Buenos días, mundo. Y si, con 19 años me tengo que levantar a las 7 de la mañana en plenas vacaciones de verano. Es lo que tiene ser camarera en una pequeña cafetería, que se le va a hacer.

De repente, escuchó las patitas de mi precioso perro chocar contra el parqué a una velocidad increíble, pero lo más gracioso es ver como esa pequeña bolita da un salto enorme sólo para subir a mi cama y poder darme así mis merecidos buenos días. De verdad, este pequeño me trae loquita.

- Buenos días, Rey. Yo también te quiero -respondo entre risas mientras que me lame cada parte de mi cara como si de un hueso se tratase.

Sí, mi perro se llama Rey, es super original, ¿a qué sí? Pff, vale, Alika, es ahora o nunca. Me levanto con una pesadez horrible una vez que el pequeño ha decidido adueñarse de mi cama para poder dormir él, algunos viven tan bien. No me demoro mucho en vestirme con el uniforme del trabajo y bajar corriendo a la cocina para desayunar algo ligero.

-Buenos días, enana -una voz profundamente ronca se oye detrás mía antes de que pudiese entrar por la puerta. No puedo evitar asustarme, ¿este chico es idiota o nada en charquitos de agua? Creo que es una respuesta obvia.

- Uno, te he dicho miles de veces que el hecho de que nacieras dos minutos antes que yo no te da el derecho de llamarme enana -digo mientras me acerco al sofá donde el chico se encontraba - Y dos, ¿qué haces durmiendo en el sofá, Nil?

Aquí mi hermano, Nil Ojeda, un auténtico vividor de la vida. Con apenas 19 años trabaja como profesor de Educación Física en un colegio del barrio, por lo tanto se pasa todo el verano de vacaciones. Y bueno, digamos que sus vacaciones se basan en ir de fiesta prácticamente todos los días, sin excepción. Es muy buen hermano, a veces un poco idiota... bueno, casi siempre idiota, pero, al fin y al cabo, es mi mellizo y lo quiero muchísimo.

- Vale, uno, técnicamente el haber nacido dos minutos antes que tú si que me da el derecho de llamarte enana, además de que tu altura no ayuda -su risa burlesca hace que ruede los ojos con pesadez - Y dos, no estaba durmiendo, no me ha dado tiempo, acabo de llegar de salir con mis amigos... ¿me haces de desayunar antes de irte, por favor? -pregunta con un puchero mejor finjido que cualquier actor que se aprecie.

En serio, a veces no se quien es más idiota, si él porque nació así o yo porque le consiento muchas cosas. Suspiro antes de asentir con una mala cara y me dirijo de nuevo a la cocina, está vez seguida de Nil.

- ¿Te he dicho ya que eres la mejor? Porque en serio que lo eres -siento un estruendoso beso en mi mejilla, no puedo evitar sonreír con gracia.

- ¿Qué harías tú sin mi, Nilson Wilson? - me dispongo a prepararle unas tostadas con un poco de mantequilla a Nil, hasta que lo veo que se me queda mirando fijamente.

Me da por voltearme a mirarle y veo que sigue sin apartar la mirada de mi. ¿Y a este que bicho le ha picado? De repente, sus ojos se entornan un poco y hace un puchero, está vez bastante natural. Oh no, Nil se acaba de poner sentimental.

- Oye, ¿quieres que busque yo algo para verano? Sabes que no me gusta que trabajes tanto, además de que también te mereces salir a disfrutar con tus amigas -veo como se levanta y se pone a mi lado a ayudarme a preparar el desayuno.

Por un momento paro de hacer lo que estoy haciendo y lo miro con una sonrisa tierna, a veces se le olvida que tenemos la misma edad, sigue protegiendome como si fuera su hermana pequeña y creo que es una cualidad que nunca le cambiará.

- Llevas trabajando todo el invierno, Nil, creo que tu también mereces disfrutar este verano. - Siento como suelta un suspiro algo largo y lo veo soltarlo todo una vez que lo ha preparado, para volver a fijar su vista en mí.

- Te prometo que el año que viene no tendrás que trabajar, si hace falta trabajaré el doble de horas para ganar todo el dinero posible. Pero te aseguro que el próximo año será diferente -su sonrisa alegre aparece de nuevo y unas cosquillas sorpresa hacen que brotaran carcajadas de mi boca que ni yo misma pensaba- Te llevaré de vacaciones, a ti, a papá y a Rey, te lo prometo.

No puedo evitar abrazarlo con ganas mientras sonrió felizmente, definitivamente es idiota, pero es el mejor hermano que cualquiera podría desear. Justo en ese momento me da por mirar el reloj y me apartó rápidamente de mi hermano, ¡no puede ser que vaya a llegar tarde otra vez!

-¡Llego tarde, joder! Nos vemos luego, ¿vale? -veo como Nil asiente rápido y acaba metiéndome una tostada en la boca con gracia antes de que saliese corriendo de la cocina.

- ¡Ten cuidado, anda! -oigo desde la cocina mientras abro la puerta de casa- ¡Te quiero!

- ¡Y yo a ti! -intentó balbucear antes de coger mi bolso rápidamente y cerrar la puerta de casa, gracias a dios que la parada del autobús queda justo al lado de donde vivo.

Me apresuro a la parada mientras como la tostada con rapidez, ya veía como el autobús llegaba casi a la parada y no dudo en comerme esa delicia en apenas dos bocados. Me conformo con poco, lo sé.

Cinco minutos después, ya estaba subida en el autobús, tarareando bajito la canción que Spotify me había puesto en ese momento a través de los cascos mientras que veia a la gente pasar por las calles, todos a trabajar seguro. En el autobús no solía subir mucha gente a esa hora, algunos limpiadores, tal vez algunos camareros como yo... pero hoy hay un chico nuevo.

No pude evitar fijarme un poco en él, era un chico alto, bastante atractivo se podría decir, claro que sus tatuajes lo hacían verse aún mejor. Tenía el pelo marrón, aunque se notaba que alguna vez había estado tintado de rubio, y su ropa me molaba, vestía bien. Estaba casi en la misma posición que yo, sólo que el estaba de pie y... ¿lleva gafas de sol a estas horas? Dios, eso no tiene mucho sentido.

El chico apenas se percata de que lo estoy mirando porque está de espaldas a mí, y menos mal que lo esta, porque he podido estar perfectamente tres minutos mirándolo fijamente sin parar. Veo como este levanta la cabeza de su teléfono al darse cuenta de que la siguiente parada es la suya. Le da al botón rojo para avisar al conductor de que se baja aquí y, minutos después, acaba bajandose para después empezar a caminar.

El autobús acabó por continuar su trayecto y un pequeño suspiro salió de mis labios. Que pena que fuese una novedad de sólo un día, ¿no? Se acabó el pensar en ese misterioso chico que estaba en un autobús a las 8 de la mañana y ahora volver a la rutina.

Trabajo, allá vamos, por favor se bueno conmigo.

El chico del bus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora