52. Historias Paranormales

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Reproduce varias veces la canción


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-Bien, comencemos una vez más...

-...El cielo se caía furiosamente a pedazos, y no importa cuántas veces lo cuente, aun recorre sobre mi carne esa desagradable sensación que encrespa mi músculos. Lo que a continuación relataré por undécima vez, es lo que recuerdo perfectamente antes de ser rescatado en estado de shock por los hombres del alguacil.

La noche del veintidós de Octubre, siendo aproximadamente las veintidós horas, íbamos en el coche sedan modelo 90 de mi propiedad: Tony y mi cuñado Freddy mis acompañantes. Nos dirigíamos a casa de la señora Cruz, creo que Tony tenía algo que ver con ella, no me quedaba claro del todo a que íbamos, pero con la promesa de manejar el corvette 75 de Tony el próximo fin de semana, me bastó.

El temor de sufrir el ridículo debido a la descuidada maquinaria de mi coche me hizo dudar un poco en salir esa terrible noche, los fulgurantes destellos detrás de las nubes anunciaban una siniestra tormenta que nadie había pronosticado. Este posible fenómeno me hizo temer que en las circunstancias meteorológicas en las que íbamos a estar, muy probablemente quedaríamos varados, y así fue; tan pronto como las primeras gotas gruesas de lluvia impactaron sobre el pavimento, las calles se inundaron; provocando que el motor de mi coche se ahogara. El agua dañó la máquina del auto y la pronta inundación a razón de los drenajes bloqueados de basura hizo parar abruptamente mi máquina dejándonos en total indefensión ante las circunstancias.

Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza el parabrisas y nos quedamos viendo uno al otro, fue un silencio acusador en dirección a Tony, quien desviaba la mirada tratando de ver entre la cortina de agua que se escurría por los cristales. Aunque pudiera ver, la negrura de la noche era más azabache que otras. Limpió con una manga sobre el cristal empañado y con voz molestamente optimista soltó -"Creo esa es la casa". Abrió la puerta del coche y se dirigió a ella bajo la violenta lluvia, escuchamos como sus pies se hundieron sobre el agua abnegada, subió por un patio inclinado el cual no era protegido por cerca alguna. Ya en el patio, había una pequeña vereda que daba a la entrada principal de una casa de madera de dos pisos.

Centenares de malos pensamientos se agolparon en mi cabeza al ver la difuminada forma de la construcción de madera, pero no podía dejar ir solo a Tony, puse freno de mano y al mismo tiempo que le pedía a Freddy seguirme abrí la puerta del coche para bajar. El agua era helada, y golpeaba como cubetada, nuestro andar era torpe pues el agua sucia de la inundación aprisionaba nuestros pasos. Llegar a la acera de la casa de madera fue toda una proeza, más de una vez trompiqué, casi tumbé a mi cuñado que con brazo firme sostuvo mi andar.

Avanzar cuesta arriba por la enfangada vereda fue aún más difícil, subí casi en cuatro patas como los animales salvajes; mis esfuerzos torpes se vieron recompensados pues rápidamente llegué a donde ya estaba Freddy con Tony. Mi cuñado intentó abrir la puerta pero ésta estaba trancada, mientras giraba el pomo le recriminaba a Tony lo loco que era por querer entrar a una casa sin siquiera tener la certeza de que la conocida propietaria vivera allí. De igual forma necesitábamos un teléfono para hacer una llamada pues el carro estaba muerto y necesitaba reportarlo con la agencia, Freddy quería llamar a mi hermana para no preocuparla, y Tony, bueno él no tenía necesidad, era un pobre diablo sin nadie que lo encausara.

Tony recordó que había una bodega en el patio trasero y que ahí había una copia de la llave. Sin la delicadeza de advertirnos su siguiente movimiento entró raudo bajo el manto torrencial de la lluvia y corrió hasta perderse al final del muro de la casa, dio vuelta y escuchamos como sus encharcados pasos se alejaban. Freddy puso el lomo de su chaqueta sobre su cabeza y se fue detrás de Tony, no había más remedio.

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