El Anhelo...

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De fondo se escuchaba el chirrido del tren mientras los rayos del sol quebraban. Los ventanales de la estación para estallar en el suelo gris junto a sus zapatos negros.

Era otoño y las calles eran ríos anaranjados de muertas hojas secas.

Debió luchar contra una corriente invisible para llegar allí. Pero allí estaba.

La última vez que había visto a sus padres fue en 1988. Jamás olvidaría esas dos figurillas con sus sombreros de mimbre, y pantalones desgastados, ambos recortados por las praderas verdes de Tochikubo. Los observó mientras se alejaba hasta que finalmente se perdieron entre los arrozales. De pronto la imagen de la casa que sus padres construyeron, rodeado por un jardín que el mismo había cuidado, surgió en su mente.

Suspiró y la nostalgia invadió su pecho.
Luego de años fuera de su país un torrente de recuerdos sensoriales, olores típicos, paisajes frondosos le invadieron, volviéndose imperantes.

En ese entonces era muy común que muchos de los jóvenes del pueblo optaran por mudarse a las grandes ciudades como Tokio u Osaka.
La gran mayoría no regresaban, sin embargo su caso era particular, él había elegido un lugar incluso más lejano, con una cultura diferente, bien al sur de Latinoamérica. Vivir de la agricultura era una realidad difícil que lo alejó de sus ahora septuagenarios padres.

Septuagenarios, esa palabra tan extraña, pero real lo acercó finalmente a la determinación después de meses de procrastinar su vuelta a casa. Si, era momento de regresar.

Estaba seguro que tenía el pasaporte y el pasaje en su mochila, jamás olvidaba detalles, pero aun así hundió su mano hasta tocar el fondo, por supuesto que allí estaban.
El tren estaba frenando su marcha lentamente y el mundillo de gente ajeno a su dilema se arremolinó junto a él. 
Llegaría a Constitución en cuestión de minutos, para luego tomarse un taxi directo al aeropuerto. Una vez se cerraran las puertas tras él y se pusiera en marcha comenzaría a revivir su pasado. Podía imaginar a su madre testeando el horizonte, esperando su llegada, esta vez hundiría sus pies con gusto entre los arrozales.

By: Aeli
aeli251186

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