Entre Humo

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Entre un tumulto de gente, un ambiente contaminado, baja iluminación y ese olor tan peculiar, es el amoniaco en el aire.

Una serie de factores que inciden en aumentar mi incomodidad.

No suelo frecuentar estos sitios, los famosos boliches… son espacios cerrados con muchas personas compactadas, la banda que está tocando en el escenario tampoco favorece al ambiente. Todo se torna cada vez más intenso…


Horas antes...

—Vamos Lucas, acompáñame!— insistió Gerardo.— Es una banda de rock, estoy seguro que te va a gustar. Solo por esta vez!.

Él sabía perfectamente que lo mío no eran esos sitios. Cómo aspirante a ingeniero tecnológico prefería quedarme en mi taller intentando desarrollar nuevas tecnologías, revisar algunos libros para crear más aparatos.

Pero como él era un buen compañero, e insistente, lo hice fácil.

—Okay, vamos!— me oí decir.

El local se encontraba en condiciones deplorables, ni hablar de ciertos especímenes con los que me topé. Las bebidas que ofrecían tenían un sabor asqueroso, había consumido en varias ocasiones algo de alcohol pero realmente esto era inhumano. Me había quejado con Gerardo desde que pisamos el lugar. Mi compañero pedía que fuera más tolerante que me relajara, y aunque lo intente no pude.

Nos ubicamos a unos metros del escenario, un grupo de personas, aparentemente amigos de Gerardo, se situaron con nosotros, parecían disfrutar del aquel peculiar ambiente.

Luego de lo que fueron interminables minutos una banda subió al escenario. Para ese punto mi inconformidad por el tan desastroso evento había llegado a su límite.

Comenzó a sonar fuertemente los primeros acordes. Debido a la cercanía con el escenario la gente comenzó a abalanzarse. Gritaban con gran emoción cada una de las canciones, aparentemente eran una banda con gran popularidad.

En su tercera canción comencé a agobiarme, era demasiado para mi. Con señas le indique a Gerardo que me iba a alejar.

A duras penas, después de ser bañado con una extraña sustancia, haber recibido mil golpes –okay, tal vez exagero, pero si me fueron muchos golpes– y pisotones, salí de la gran masa de gente abarrotada a los pies del escenario.

Busque una salida para poder tomar un poco de aire fresco, cuando vislumbre el cartel verde que brillaba, anunciando mi gran codiciado destino me moví hasta allí, jale la puerta pero sorpresa, no era una salida era una puerta hacia la nada, sólo había una pared.

¿Que clase de sitio era este? Siquiera era legal esto?.

Ese fue el primer indicio de que aquí algo saldría mal, y no, no era mi pesimismo. Asumí que la única salida habilitada sería por la cual entré.

Con un mensaje que redacte a duras penas le escribí a Gerardo que me iría a casa, que estaría esperándolo afuera.

Llegando a la salida la gente se había puesto más eufórica, estaban en su apogeo. En un momento me quedé unos instantes parado cerca de la entrada observando todo. Mientras el vocalista de la banda dirigía unas palabras a su público, una parte del público comenzó a encender sus bengalas, en varios puntos se podían observar las luces de colores, emitiendo gran cantidad de humo. Pero en ese momento lo ví todo en cámara lenta una de las bengalas explotó quemando parte de la pobre decoración del escenario… el fuego comenzó a propagarse rápidamente. El pánico reinó, los gritos, la gente moviéndose en busca de una salida. Pero debido al humo que generó el fuego casi no se podía ver. Las llamas comenzaron a expandirse a gran velocidad.

Procure no sucumbir a la desesperación pero era demasiado tarde, mi pies automáticamente se movían en dirección a la entrada principal estaba a pasos de salir junto a varios jóvenes que hacían mí mismo recorrido.

Por un momento tuve el impulso de volver por Gerardo pero apenas me gire las cortinas de humo y los gritos me acobardaron.

Una vez afuera el pánico y miedo se había hecho presente entre los que logramos salir, el gran local ardía con mayor fuerza las llamas se hacían cada vez más intensas…

Desde lejos se oían las sirenas, que anunciaban la cercanía de los bomberos…

Mi corazón latía desenfrenado, estaba agitado, jadeando. Intentando hacer que el aire llegue a mis pulmones, a eso se le sumaba mi mirada desesperada buscando entre el gentío  a mi compañero, pero mientras recorría los alrededores con la vista no lo encontré.

Pronto llegaron unidades de asistencia médica, junto a los bomberos intentando apaciguar el fuego que devoraba todo a su paso.

A lo lejos quedé yo solo, mirando el sitio.

No me agradó el lugar, no la pase bien, pero presenciar esto realmente me consternó.

Luego de horas extinguieron el fuego, no me fuí, no me iría sin Gerardo.

Al transcurrir un rato me moví entre los supervivientes que allí estaban, buscando a aquel muchacho castaño de ojos azules.

Jamás lo encontré, nunca apareció. Al amanecer comenzaron a extraer los cuerpos de aquellos que habían quedado atrapados en el incendio. Solo pude brindar la descripción de Gerardo y un número de contacto para que se me informase al momento en que lo encontrarán.

Con la mirada perdida, cansado, con el cuerpo fatigado y mis ánimos decaídos comencé a caminar con rumbo a la casa, arrastrando mis pies por la calle…
Apenas llegue a mi casa solo, lo único que pude hacer fue quedarme sentado en la vereda mirando la gente pasar, después de todo Gerardo era quien tenía las llaves.

DiégesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora