Cuando Jeon Jungkook abrió el diario del domingo, jamás imaginó que un aviso publicitario contratado por la escuela en la que había trabajado durante varios años le traería viejos recuerdos que había condenado a la más absoluta indiferencia.Revivió lejanos días en los que pensó que su vida había cobrado sentido y, poco a poco, fue reconstruyendo lo que hasta ese momento había considerado como la mejor -o quizá peor- etapa de su vida.
Por aquellos tiempos, le faltaba pocos meses para retirarse oficialmente de la docencia y recibir su liquidación por los años de labor docente (tenía planeado viajar por todo el mundo hasta que el dinero se le acabara).
Desde que inició su actividad en la educación, sus días se resumían a lo siguiente: se levantaba a las seis de la mañana, realizaba una rutina de ejercicios, tomaba media hora en su aseo personal, desayunaba junto a su madre, -era hijo único- y, finalmente, salía rumbo a la escuela a dictar sus clases de Historia Universal con su eterno saco negro y dos libros bajo el brazo.
Era un hombre alto y medio musculoso; su rostro era taciturno, tenía el cabello negro y medio desordenado siempre, el tipo era guapo, sin embargo, no le importaba su apariencia en lo mínimo. Quizá solo el estar saludable. Usualmente, Jungkook solía vestirse con un toque bohemio.
Permanecía en la escuela hasta un poco después de las dos de la tarde y regresaba a casa para almorzar con su madre. Posteriormente, preparaba las clases del día siguiente y al caer la noche colocaba unos discos en el estéreo para deleitarse con las óperas de Mozart y Verdi.
Los fines de semana salía a pasear por las calles antiguas de la ciudad y en las noches asistía a algún cine club a presenciar películas del neorrealismo italiano y la nueva ola francesa. Los domingos se pasaba todo el día leyendo novelas históricas y de aventuras, soñando a través de estas lecturas la apasionante vida de la que fue privado en el mundo real.
Ese era, en resumen, la rutina que había llevado durante largos años de docencia después de graduarse como licenciado en Historia en la universidad.
Jamás permitió que ningún acontecimiento turbara su vida ni que ninguna persona pusiera en riesgo la rutinaria existencia a la que estaba acostumbrado.
Es por ello que nunca admitió amar a alguien y mucho menos tener enemigos. El odio y el amor eran sentimientos que mantenía muy alejados de su persona.
En la escuela no se había ganado el aprecio de sus colegas, salvo el profesor Min, que era aún más serio que él, sin embargo hasta él había tenido una pareja y una que otra aventura con alguien. Min Yoongi; biólogo de profesión; era con el que mejor se llevaba. A diferencia de otros colegas, pero tampoco podía decirse que le tenían aversión; era de las personas que no producían ningún tipo de sentimiento y de no ser por ser uno de los mejores profesores de Historia hubiera pasado desapercibido toda la vida.
En ese último año de trabajo, antes de las vacaciones de medio año, un pequeño incidente estuvo a punto de romper con su rutina: al finalizar las clases del día jueves, uno de los alumnos del último año se le acercó para pedirle unas clases particulares del curso que dictaba, a lo cual él se negó firmemente aduciendo que no tenía tiempo.
Cuando llegó a casa, su madre le comunicó que un estudiante había llamado. Esta noticia lo inquietó mucho y estuvo toda la tarde caminando por la casa sin poder concentrarse en nada. Al caer la noche, el timbre de su teléfono lo sacó de su turbación. Al tomarlo para contestar pudo notar que las manos le sudaban:
–¿Hola?
–Buenas tardes, ¿con el profesor Jeon Jungkook?
–Sí, él habla.

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Three Broken Hearts [KookTae]
FanfictionJungkook es un profesor que quiere jubilarse tranquilamente, pero no cuenta con que en su último año de docente un alumno pondrá de cabeza su plan. Yoongi, un profesor huraño, no cuenta con que el destino le tiene una jugada que ni podrá evitar. N...