Teóricamente hemos sido una reacción eufórica que se ha originado entre el oxígeno y una materia oxidable, una reacción escoltada de desatamiento de calor y expuesta a través de una incandescencia. Una reacción que se danza, fundiéndose en tu método de luna.
¿Reside el sol en tus ojos, oxígeno? porque me hallo ardiendo febrilmente en su mirada. ¿Te inspira el océano? porque me estoy ahogando en la inmensidad que corre por tus arterias. ¿Los minerales te complementan? porque centellando como un bronce, gélida y vacilante, me calcinaste, me bautizaste 'formidable'.
Contémplame hoy, atesoro todo. Me lo conferiste y ahora mis vísceras pueden cantar, sin problema en adularme a mí misma fruto del licor que descansa sobre el anaquel.
Tenía un rostro de ángel, pero tu foco fue el corazón tan sombrío que atesoraba: venerado, arrollado, subestimado. Así que lo arrojaste al aire y explotó como dinamita, haciéndose polvo, incitando a la libertad.
Inspírame, niño malo, tienes gracia hasta para el más violento prototipo de pasión que existe. Secúndame, piloto, en el trayecto de mi sutil resurrección.