Bajo el cielo azul, y una brisa casi imperceptible, un hombre remaba cansado pero con la satisfacción de ver a su única motivación, esos dos ojos que tanto deseaba que lo mirasen y abrazaran con la mirada que tanto esperó, deseó ese momento, único de cada ser, que él ya había vivido. Ahora era el momento de su hijo.
Desesperado, se lanzó al agua que se mecía alrededor de él como si lo impulsará a su destino.
En el medio de esas aguas se vislumbrará una casa a su espera, donde su hijo estaría listo para el encuentro, lágrimas de alegría rodaban por su rostro, mezclándose con él agua que lo empapaba, sé impulso para entrar al sitio, pero no vio nada, su hijo no estaba.
Perdido, destrozado, salió de ese lugar, para remar sin cesar.
Una mañana soleada, bajo un árbol, Elaine permanecía ahí junta a esas niñas que siempre la acompañaban, no escuchaba lo que decían, pero sabía que allí estaban, como una sombra infinita que nunca te deja. Esas dos oscuridades que juntas se hacían una sola fuerza, potente y fuerte.
De lejos unos gritos desgarradores, que brotaban la mayor de las tristezas, que despertaba la necesidad de cualquier persona por calmarle, Elaine no fue excepta de esto, más ella, que sentía intensos pozos de tristeza, soledad, ella todo lo siente en grande.
Ese niño que gritaba, dirigía su gritos hacia ella, él estaba perdido, sin la presencia de alguien, buscaba a su padre, lo vio irse sin él, y por alguna razón le imploraba a ella que lo llevase a él, pero ella no sabía cómo reaccionar, desconocía a ese niño, pero su mirada le trasmitió tantas emociones, que también sintió su desesperación. Giro a su alrededor en busca de la presencia de alguien más, nada, lo único que veía eran los árboles, y una pendiente que se tedia frente a ellos, de donde provino él.
Ese niño la miraba a ella como si supiera que hacer, como si tuviese la solución para hacerle llegar a su destino.
Las niñas miraban todo, tan neutrales y con una fuerza en sus miradas causante de temor e intriga, ellas no hablaban. Elaine las vio, y supo que debía volver, le dejo ahí, solo.
Pasaron horas, y ella no podía pensar en nada más que ayudar al niño, pero no sabía cómo, además las niñas no la dejaban pensar con tranquilidad, la atormentaban y ella no podía deshacerse de ellas.
Elaine volvió al lugar donde estaba el niño, pero no lo vio, únicamente a lo lejos notó una luz aparecer y corrió tras ella, no la podía alcanzar, pero era la figura de un hombre, corría más deprisa, hasta que vio su rostro, eran los mismos ojos de aquel niño, era su padre.
Tenía la opción de buscar al niño, y llevarlo hasta él, u obedecer a las niñas, era un decisión difícil, ella dependía de ellas, pero era la primera vez que sentía la necesidad que hacer algo.
Entonces regreso de nuevo al árbol de aquella mañana, donde vio al niño, y gritó tan fuerte, que podía mover incluso las hojas, solo un grito bastó y el niño apareció. Ella corrió de nuevo, y él la siguió, sentía que sus pies no podían más, pero ver al niño correr junto a ella con la ilusión de estar con su padre la volvía a avivar.
El niño grito.- ¡'Papaaaá! Y lo alcanzó, pero Elaine ya no vio más. Desaparecieron.
Despertó, estaba sola y con una sensación que solo unas pocas veces experimentó, felicidad. Sabía, por el dolor de sus pies que todo fue real.
Pero se dio cuenta que ella no era dependiente a sus sombras, sino ellas de Elaine.y lloró, pero esta vez de felicidad.

YOU ARE READING
Cuento: El despertar de Elaine
Fantasy¿Qué hacer cuando dos no eres la dueña de tus decisiones?. Elaine, deberá enfrentarse a sus temores y miedos para encontrar la luz.