Solemne Mirada

No habían más de 6 grados en la calle, mientras una perdida mirada se hallaba entre los escalones, el andén, las puertas y el suelo del vagón, al igual que todas las demás en una estación Baquedano de 9 AM.
 
El silencio, como un absoluto jerarca, se encontraba latente entre el seco pisar de los tacones, los avisos de seguridad, una discusión conyugal y el frio metal de los rieles de una estación Universidad Católica de 9:05 AM

Como todo monarca solo basto una persona para que este fuese destronado, removido y olvidado. Una chica, de tez morena y cabello ondulado había roto la solemnidad del vagón con un solo sollozo, ahogado y reprimido, como un alma en pena encerrada por la frialdad del uso de razón, aquel mismo frio que el asfalto por sobre una estación Santa Lucia de 9:10 AM.

Las miradas ya no estaban perdidas, se encontraron todas en aquel cabello alborotado como la propia vida y que había sido dañado como lo hizo un trabajo estable a los sueños de los mortales. Otro sollozo rompió el silencio y trajo a curiosos que por fin habían visto algo más que un celular en sus manos, y que fugazmente volvieron al mismo. Pero una mirada, única y curiosa, no perdió el contacto con aquella piel morena como el cacao, mientras se cerraban las puertas en una estación Universidad de Chile de 9:15 AM.

Reviso su mochila, hasta el más profundo de las costuras en busca de aquello que el mismo día había guardado, mientras los sollozos eran cada vez más notorios, tal Tue-tué después de medianoche en la fría luz tenue del sur, tenue como las luces de una estación La Moneda de 9:20 AM

Solo encontró pañuelos desechables, faltaban algunos pero servirían, volvió a conectar su mirada con aquel alborotado cabello, se acercó sin decir nada y alzo su dedo pulgar como señal casi trascendente de que estará todo bien mientras la otra le daba estos pañuelos, y ahí fue, como ese primer rayo de luz en la madrugada, ante la mirada se asomó una sonrisa que destacaba sobre los rulos, lágrimas y piel de cacao, justo antes de bajarse y que esa misma mirada, testigo de semejante suceso, se volviese a perder entre el andén, escalones, salidas y la calle Ejercito de una estación Los Héroes de 9:25 AM