El Otoño De Los ciervos.

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DISCLAIMER: NARUTO Y SUS PERSONAS SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO.

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Abrió los ojos gracias a la escasa luz que logró filtrarse por su ventana,  se cubrió con las cobijas para intentar volver a dormir sin que el sol le molestara pero al final fue inútil, sus ojos podrían estar cerrados pero su maldito cerebro ya estaba despierto e inconscientemente comenzó a pensar en todo lo que haría hoy. En realidad, gracias a que tenía el día libre -el primero en meses-no tenía muchas cosas por hacer, había trabajado como asno todo este tiempo y al fin la quinta fue capaz de reconocer que necesitaba relajarse antes de volver a enviarlo a otra fastidiosa misión que lo mantendrían fuera de casa durante varios días.

Sus lamentosos pensamientos fueron interrumpidos por el delicioso olor proveniente de la cocina, para él eran muy pocas las cosas en la vida que consideraba placenteras y entre esta reducida lista se encontraba el desayuno que su problemática y malhumorada esposa le preparaba todas las mañanas, el cual siempre se acababa de uno ó dos bocados por la prisa que tenía de salir para ir al trabajo.

Porque ser un jonin aclamado y líder de uno de los más importantes clanes de la aldea no era cualquier cosa.

Pero hoy era diferente, hoy no tenía que salir por ninguna misión y ya haba cumplido con todas las obligaciones del clan para no tener que hacer mas cosas que pasar un placentero día con su esposa, porque incluso tuvo la buena fortuna de que a su hijo se le asignara una importante misión que, aunque no requería que saliera de Konoha si lo mantendría lo suficiente ocupado para mantenerse fuera de casa durante varias horas. Sonrió al darse cuenta de que su sueño y pereza habían desaparecido totalmente ante la idea de lo que le esperaba una de vez que el desayuno finalizara y su hijo se marchara.

Sus pensamientos le habían otorgado la motivación necesaria para levantarse y comenzar el día, rápidamente se levantó de la cama y en un instante recogió el futon donde dormía; estaba decididó a evitar cualquier conflicto con su esposa este día incluso si eso le hacía olvidarse de su naturaleza vaga. Cuando se aseguró de dejar todo en perfecto orden se metió a la ducha para arreglarse, después,  se reuniría con su familia y se encargaría de que el desayuno terminara lo antes posible.

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En cuanto llegó a la cocina se encargó de buscar con la mirada a su mujer, su hijo últimamente se tardaba mas de lo normal en bajar a desayunar y tal vez podría aprovecharlo para darse un pequeño adelanto de su planes, sin embargo no tardó en darse cuenta que su esposa no se hallaba del todo bien. Ella se encontraba de espaldas miranda hacia la ventana, tenía el ceño levemente fruncido y se dedicaba a dar suaves golpes al suelo con la punta de sus pies, usualmente, en estas ocasiones él solía darse la vuelta antes de ser detectado para evitar la furia de su querida esposa.

Pero hoy no lo haría,  no quería que su hermosa día se fuera a la basura, además estaba seguro que no había hecho absolutamente nada para hacerla enojar.

Se acercó silenciosamente a ella aún sabiendo que lo había detectado en el instante que puso un pie dentro de la cocina, el hecho que no comenzara a gritarle debía deberse a que efectivamente el no había hecho nada malo, o porque esperaba tenerlo mas cerca para que la tortura fuera mas efectiva

¡Diablos! esa ultima opción tenía mas posibilidades de volverse realidad.

No le quedaba más remedio que averiguarlo directamente con ella, años de matrimonio le habían hecho ver que tratar de huir de la furia de su esposa solo atraería peores consecuencias  y lo último que deseaba era desperdiciar su día libre con una discusión marital. Así que no le quedaba mas remedio que ir hacia ella, esperar que su esposa declarara el problema, recibir la reprimenda sin rechistar y hacer todo lo posible para contentarla antes de que el desayuno acabara.

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