No San Valentín

550 32 20
                                    

Algo que hacía que aborreciera mucho más a San Valentín, era que sus padres lo festejaran. ¿Con qué necesidad? Tranquilamente podrían festejarlos solos en la comodidad de su cálida casa junto a una taza de café. Pero no, para ellos era una ocasión muy especial digna de celebrarse. Decidieron realizar el dichoso evento en La Madriguera, ya que siempre había sido un punto de encuentro para todos sus conocidos, a pesar de ser un poco pequeña. Habían enviado una notable cantidad de invitaciones color rosa (que al abrirlas soltaban unos ridículos pétalos con forma de corazón), dirigidas a cada amigo y familiar.

 Su madre, Hermione Granger, insistió en acompañarla al Callejón Diagon para comprarse un vestido para el convite. Por supuesto, ella prefería algo sobrio, al contrario de su progenitora, que opinaba que algo pomposo era lo indicado. Eran el agua y el aceite, y por eso mismo no combinaban la mayoría de las veces. Lo resolvieron con algo intermedio, la parte superior era sencilla y la falda era corta y algo ostentosa. Realmente no comprendía a su madre, ¿Para qué tanto aspaviento? Pero claro, si a ella le hacía feliz festejar el amor que sentía por su padre, no replicaría nada.

 Era la primera vez, desde que había salido de Hogwarts, que pasaba San Valentín con su familia. Realmente, le resultaba agradable la perspectiva de reunirse con sus primos. Lo que le desagradaba era que, muy probablemente, ella fuera la única de ellos que no tuviera pareja. Pero no ganaba nada pensando en ello, por lo que la noche de la fiesta se vistió deseando que todo acabara pronto.

— ¿Estas lista Rose?— preguntó su padre desde la puerta, donde la aguardaba junto a su madre, ambos igual de ansiosos.

 Se dio un último vistazo en el espejo de su cuarto y bajó rápidamente las escaleras. La primera reacción de su papá, fue fruncir el ceño, seguramente por lo corta que era su falda. Luego, recordando que ya no debía tratarla como si fuese una niña, le sonrió.

 El clima era muy frío. Nevaba un poco, pero no fue problema. Se aparecieron en la puerta de la madriguera, desde donde ya podía oírse las risas de todos. Ni siquiera tuvieron tiempo de dar unos golpes en la puerta, que esta se abrió de un tirón. Su tío George la envolvió en un fuerte abrazo estilo Weasley, y luego pasó a su madre.

— ¡Hermione!, debo agradecerte, esto ha sido una gran idea— la felicitó. Rose no se quedó allí, se sacó su abrigo que estaba salpicado de nieve y lo colgó. Saludó a sus abuelos, que se encontraban saliendo de la cocina al escuchar el barullo proveniente de la entrada. Seguían siendo tan cariñosos como siempre, si no es que más. De repente, su gorro de lana que mantenía a raya su cabello, desapareció. Furiosa, se giró sobre sus talones y su primo James salió corriendo escaleras arriba. Tanto como sus tacones le permitían, ella lo persiguió, dejando risas de sus demás tíos que había rebasado y aún no había saludado.

 Dio con James en la habitación que alguna vez había pertenecido a su padre y que en algunas oportunidades compartió con su tío Harry.

— ¡Rose!— fue recibida por Albus, su primo favorito. Allí también se hallaban Lucy, Lily, Molly, Roxanne, y Dominique. Cada uno con sus respectivos novios, lo que Rose detestó. Pero ya que, era San Valentín.

— ¿Cómo has estado, Al?— lo abrazó ella. Albus siempre había sido su primo más cercano, ya que tenían la misma edad y se llevaban mejor que con los demás.

—Muy bien, por cierto, feliz día de San Valentín— le deseó y volvió a sentarse junto a su novia, una castaña muy bonita.

—Hola a todos— saludó en voz alta; de esa forma no tendría que hacerlo uno por uno.

 Recibió algunos ‘Que hay’ y paseó la mirada por el cuarto. Sin rastros de James.

—JAMES SIRIUS POTTER, APARECE DE UNA VEZ— declaró airada, sin vueltas, y todos la observaron sorprendidos, o divertidos.

No San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora