Buenas noches, les presento este oneshot, una historia que hace tiempo había querido escribir y que recién pude terminarlo.
Nota: Los personajes de KSB no me pertenecen, ellos son propiedad de Hinako-sensei.
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Capítulo único: Camino a Casa.
Era una noche fresca, una sin amenazas de interrumpir un dulce sueño, uno que mostraba sucesos que antes ya había uno vivido.
Un recuerdo de lo que eran antes de volver a nacer y encontrarse.
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Ya habían pasado más de medio año desde que Morinaga se había ido a su nueva residencia en Shizuoka, a causa de su empleo en la Farmacéutica S. A pesar de saber aquello, eso no disminuía el ambiente solitario que rodeaba últimamente en un joven de cabellos largos que se quedaba hasta tarde haciendo sus apuntes en su laptop, todo con el fin de mantenerse ocupado y evitar pensar en cosas, según él, innecesarias.
Lo extrañaba, todo de ese chico a quien considera su único amigo, su mejor asistente, su ex-kohai.
Dándose cuenta lo tarde que era, decidió irse a dormir, ya se encontraba vestido con su pijama, solo se había quedado trabajando un poco más porque el sueño no le estaba llegando, hasta ese momento. Con un gran bostezo, se acomodó en su suave cama y se cubrió hasta el cuello con su edredón, ya comenzaba hacer un poco de frío, supuso que tendría que agregar un par de frazadas mas adelante antes de que se resfrié y Morinaga le regañe por descuidado.
—Morinaga— susurró su nombre y el sueño dio inicio.
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No sabía dónde se encontraba, pero algo era seguro, no estaba en Nagoya. El lugar era un bosque, uno en pleno invierno el cual se había encargado de cubrir cada rincón con su manto blanco. A pesar de las fuertes ventiscas, no sentía frío, a pesar de la oscuridad de la noche, podía ver, todo era tan extraño y al mismo tiempo tan conocido.
¿Por qué sentía que ya había estado en ese lugar?
Apenas dio un par de pasos, una silueta lo detuvo, era el de un animal, un lobo platinado.
Souichi por un momento se asustó, pues temía que esa gran bestia le atacaría, así que sólo se le quedó mirando mientras buscaba alguna manera de escapar, sueño o no, no quería ser mordido por un lobo.
Pero, como si la criatura platinada hubiese leído su mente, se giró y siguió su camino, se fue mientras aullaba, un aullido que le decía que lo siguiera, que le daría las respuestas que buscaba.
¿Por qué le entendía?
Contra todo pronostico, Souichi le siguió, no sabía en que estaba pensando para no huir, pero algo en su interior le decía que podía confiar en ese lobo, así que corriendo trató de alcanzarlo, esquivando arboles, evitando tropezarse en el camino a causa de la nieve, cubriendo su rostro por culpa de las fuertes ventiscas, llegó a donde una cueva.
El lobo estaba parado en la entrada, parecía que le había estado esperando. Ambos entraron. El lugar se encontraba oscuro, pero aun así Souichi pudo vislumbrar a la criatura que se encontraba durmiendo, un gran oso de pelo oscuro casi azulado.
Era enorme y sin embargo no le daba miedo, mas bien todo lo contrario, le causaba una enorme felicidad verlo. El lobo quien en todo momento parecía no inmutarse por nada, movió ligeramente su cola cuando se colocó al lado del oso, parecía que también estaba feliz, pero, ¿por qué?