Un zumbido ensordecedor repicaba dentro de mi cabeza, sonaba tan fuerte que podía sentir como taladraba mi cerebro desde dentro. Me vi forzada a abrir los ojos y entonces vino a mi como un baldazo de agua fría. Recordé en donde estaba y todo lo que había sucedido, mas mi cuerpo se negaba a moverse y en mi cabeza todo parecía tan irreal, lejano, mis sentidos estaban completamente apagados, neutros. Tirada y bañada en sangre, justo en donde los licántropos me habían dejado. Me quede inmóvil por unos minutos, con una sensación de agotamiento total, físico y mental, me sentía completamente vencida. Mi vista viajó en dirección a los destellos anaranjados que salían del lado oeste del cielo, contemplando el comienzo del amanecer y disfrutando de sus hermosos colores, pero entonces un rayo de sol se hizo presente anunciando su salida, su luz me resulto particularmente molesta.
Hice un enorme esfuerzo para mover mi cuerpo de la entrada de la mansión,mis musculos estaban muy adoloridos. Luego de varios intentos me puse de pie y al observar la escena de la terrible masacre cometida sentí una profunda y consumidora tristeza, lo cual resulto en un horrendo y desgarrador grito de dolor, caí en mi rodillas mientras de mi garganta salia mi sollozo, desde lo mas profundo de mi ser hasta que comencé a llorar liberando por completo el dolor que atormentaba mi alma. Ningún sentimiento se compara al enorme vació que sentí en ese momento, lo había perdido absolutamente todo. No me quedaba nada. No podía dejar de pensar en lo solitaria que seria mi existencia de ahora en mas, pero algo me molestaba. El dolor físico que me provocaba el estar entre tanta sangre me recordó mi situación, mi garganta quemaba, ardía tanto que se sentía como si tuviera un tragando fuegos liquido, todo mi cuerpo se estaba seco y extremadamente adolorido, entonces lo supe. Era hambre. Lo que me llevo a pensar en... Sangre.
Olía sangre por todos lados, debía alimentarme. Bajé lo mas rápido que pude al sótano en busca de la reserva que estaba en el refrigerador y sin pensarlo dos veces agarre la primera bolsa con una ansiedad que sobrepasaba mis limites. Nunca olvidaré lo satisfactorio que fue el sentir esa primera gota de sangre deslizarse por mi garganta, nutriendo cada célula de mi cuerpo, calmando mi sed, y desatando un remolino de placer indescriptible que por un segundo lleno mi vació y me sacó de mi realidad. Fue épico. La mejor experiencia que había tenido. Me sentí tan viva.
Una vez que acabe con la reserva, empaqué todo lo que considere necesario para un largo viaje, ya que considere necesario irme de ese lugar y pasar desapercibida mientras planeaba mis movimientos y aprendía a controlar mis nuevos dones. Fui a la caja fuerte para agarrar dinero, pero entonces recordé algo. Amelia y los demás no tenían problemas con el sol, porque ya lo habían solucionado. Nunca pregunté como así que tenia averiguar como encargarme de eso. Opte por la opción mas lógica, esperar a la noche para irme, pero hasta entonces debía dejar la mansión en condiciones. Me moví por los rincones oscuros de la casa evitando la luz del día. Con lagrimas cayendo de mis ojos moví todos los cuerpos al living principal, cargue uno de los autos y esperé. Pude apreciar el atardecer en todo su esplendor, todo se veía mas hermoso, los colores se tornaron mas brillantes, los aromas en el aire eran mas deliciosos y mis sentimientos se intensificaron a tal punto, que me sentí fallecer cuando tuve que mover el cuerpo de Tyler. Perder al primer amor siempre resulta doloroso, pero verlo morir es algo tan aberrante que puede extinguir todo dentro de uno. Mi temor mas grande era verlo morir y para mi suerte sucedió.
En mi cabeza no cabía la posibilidad de detenerme a llorar a mis muertos, todos los integrantes del aquelarre fallecieron. Todos y cada uno de ellos aportaron algo a mi vida, aprendí de ellos muchas cosas sobre la vida y la muerte, me ayudaron a comprender el mundo desde otra perspectiva y apreciar la sencillez de la vida mortal. No existen palabras suficientes para describir el dolor que me provocó ver sus cuerpos formando una pila de cadáveres bañados en sangre, les estaré eternamente agradecida a todos por su comprensión y protección. Es una deuda que nunca podré pagar.
Sus rostros yacían rotos y pálidos con una mirada fría y vacía, sus pupilas dilatadas y fijas mirando a la nada misma, carentes de vida. Aquel acto de genocidio no quedara impune, nadie tiene el derecho de invadir y asesinar el lugar al que alguna vez llamé hogar, desgarraron, mutilaron y destrozaron todo lo que conocía, ellos me quitaron mi familia.
Si violencia es lo que se requeriría para ganar esta batalla, violencia ejerceré. No tengo nada que perder. Hugo Macaró y sus estúpidos lobos eran mi objetivo. Voy por ellos y no pienso parar hasta acabarlos por completo.
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Memorias de mi eternidad II : Venganza
Science FictionDicen que la venganza es un plato que se sirve frío, veremos que tan frío hay que ser.