CAPÍTULO 1

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Adolescencia; amigas, pijamadas, salidas, chicos guapos (o al menos hablar de ellos), peleas con tu madre acerca de ese vestido que está muy corto o revelador, primeros amores que por lo general son fugaces, sin sentido e inmaduros en muchos aspectos. Se supone que así debe ser ¿No? Sin embargo no era así para mí, eso estaba muy alejado de lo que era realmente mi "adolescencia" si se podría llamar así esa parte de mi vida.

Mi vida giraba en torno a sobrevivir día a día sin depender de nadie. Mi madre había muerto hacia 5 años y mi padre nos había abandonado a ambas el día en que nací. A pesar de eso mi madre fue una madre venerable en todo aspecto, siempre fue fuerte, segura, optimista y confiada, amaba las rosas y la comida casera sin embargo siempre fue muy obstinada y terca así que no dio importancia a las señales de que su cuerpo estaba decayendo rápidamente debido a una grave anemia que pronto se convirtió en leucemia y, que finalmente, termino por llevarse a mi madre una tarde calurosa de abril justo 2 días después de mi cumpleaños número 16.

Lo que pasó después es absurdo recordarlo; peleas en la familia por mi custodia o por la herencia más bien. Al final termine viviendo sola en la casa que mi madre me había dejado, no fue fácil ganar la pelea contra mi familia y, legalmente, mi tía era mi tutora pero acordamos viviría sola y solo la molestaría cuando fuera absolutamente necesario. A cambio de mi libertad tuve que dejarles el diez por ciento del seguro de vida a mi tía y a su horrenda familia. Fue difícil pero más valía mi tranquilidad.

De eso ya hace dos años, ahora que tengo 18 mi vida o al menos mi libertad legal se ha facilitado, ya no tengo que molestar a mi tía para ningún trámite, solo debo de preocuparme por sobrevivir día a día por mi cuenta.
Cuando debes estudiar y trabajar puede ser algo cansado y solitario principalmente, sin embargo eso tengo que hacer a diario.

Entraré al primer semestre en la facultad de medicina en la universidad a finales de mes, a pesar de no ser la más prestigiosa es reconocida y obtuve una buena calificación así que se podría decir que estoy satisfecha.
Por las tardes trabajo como mesera en una cafetería que queda entre mi casa y la facultad, no es algo lujoso pero es muy agradable, el ambiente es relajado y la comida es bastante buena, sin mencionar que es relativamente económico.

Mi sueldo se ha ido entre mis necesidades básicas y lo relativo a la escuela (útiles y demás), es una ventaja el que no pague renta, aun así varias veces he tenido que pedir prestado en mi trabajo para poder completar la quincena.

Así ha pasado mi vida los últimos meses, todo rutinario, todo calculado, nada podría ser más predecible que mi día a día...

-¿Estas bien Ariadna?- la voz de Diana, mi compañera me sacó de mis cavilaciones sin sentido
-¿Uh? Ah sí, me encuentro bien, disculpa.
-Eso espero, si te pasa algo no dudes en decirme y si te puedo ayudar en algo no lo pienses tanto- Dijo de manera amable, guiñándome el ojo. Yo solo asentí sonriendo. Ella es una chica sumamente activa, siempre está metida en alguna clase de actividad o tiene algún plan siempre. Así como puede estar de compras por el centro con alguien así puede estar en alguna campaña ambiental o algo por el estilo. Es muy amable y linda también. Su piel blanca y rostro fino contrasta perfectamente con su oscuro cabello y sus vivaces ojos verdes. Su pequeño y delicado cuerpo de no más de 1.50 m no demuestran toda la energía que tiene. La conozco desde hace 2 años y su enérgica forma de ser me atrapó desde el comienzo, es de mi total confianza.

-¿Y bien? ¿Qué planes tienes hoy?- me preguntó Diana con cierta picardía.
-Nada fuera de lo común. Llegar a arreglar mi casa, ducharme y cenar mientras veo alguna película. Sabes que nunca salgo así que ni trates de convencerme para ir a una de tus fiestas, eso no es lo mío
-Tsk- chasqueó molesta mi compañera- vamos Ariadna, no puedes pasar toda tu vida de una manera tan aburrida, deberías salir más, conocer gente, relacionarte.
-No es algo que me muera por descubrir, además, prefiero estar en mi casa a terminar perdida en la madrugada con el alcohol encima y que me tengan que ir a buscar.
-¡Eso fue sólo una vez! Además, tú sabes controlarte a la hora de beber.
-No es ese el caso, simplemente no quiero conocer a gente nueva a la cual caerle mal.
-Vamos ¿A quién puedes caerle mal si no hablas?
-Prefiero no averiguarlo, dejemos el tema por la paz ¿Vale?

Pero la pelinegra no se quedó conforme y, a pesar de mi resistencia, terminé accediendo a salir con ella esa noche, con la condición de que luego de esa salida no me insistiría a otra. Antes de que pudiera renegar ya me encontraba en casa de Diana arreglándome (más bien ella me estaba arreglando) para ir al lugar.
-Ahora solo el maquillaje y estarás más que lista para impactar a todos los presentes- dijo sin poder ocultar su emoción, creo que esto es un entretenimiento para ella.
-Vamos, no bromees con eso
-Ariadna, ¿no te has visto en algún espejo? Eres muy linda, tienes una bella piel que con ese atuendo resalta más, tus ojos también relucen esta noche. Ven, párate aquí y observa por ti misma lo que te digo.- Dijo emocionada dándome el último toque de rubor.

Con gran pesadez camine hasta enfrente del espejo de cuerpo completo que Diana tenía en su habitación y miré.
Di un respingo al ver mi reflejo en ese momento, si bien no era digna de un premio, lucía bastante bien. El vestido aguamarina de tirantes gruesos y caída hasta arriba de la rodilla hacia relucir mi piel morena de una manera que no sabía que podría suceder, junto con los flats del mismo color y el maquillaje que Diana había aplicado era una buena combinación, sumamente buena si me permiten decirlo. A mi lado Diana sonreía ampliamente con el resultado de esa noche.
-¿Y bien? ¿No te lo dije? Esta noche serás la sensación. Yo estoy lista también ¿Nos vamos ya?
Yo sólo asentí. Nos despedimos de los padres de Diana y subimos a su auto. En menos de 15 minutos llegamos al destino; un pequeño centro de baile en la calle trasera del restaurante donde trabajamos. Era un sitio no muy grande pero bastante agradable, conociendo a Diana pensé que iríamos a uno de esos grandes sitios con música estridente, luces cegadoras y borrachos impertinentes, sin embargo aquí parecía haber gente muy coherente hasta ahora.

Transcurrieron alrededor de dos horas sin nada relevante, un par de chicos que se acercaban a saludar, otros me invitaban a bailar, sin embargo al no tener una gran plática se retiraban pronto. Decidí ir a la barra por una cerveza, en lo que esperaba mi pedido escuché una ronca voz:
-¿Aburrida?-
Al voltear un escalofrío recorrió mi cuerpo... 

AprendizajeWhere stories live. Discover now