La vida transcurre lentamente y en ocasiones todo parece pausado, las horas se tornan infinitas hasta que la vida te sacude por completo y de repente despiertas.Siempre hay grandes sucesos que nos dejan marcados , personas que dejan huella. En mi caso, mi padre, a quien deje de ver a los ocho años y de cuya muerte fui consciente hasta los doce. Siempre he sido una buena persona, nada escandalosa ni mal portada, siempre enfocada en grandes metas, pero demasiado sensible, radical y apasionada. Nunca me había detenido a pensar en que es lo que quería de mi futuro, pues estaba demasiado ocupada sobrellevando las grandes penas que me obsequió la vida. Pero en aquellos momentos de angustia y tormento siempre lograba mi corazón sentirse cautivado por el placer de ayudar a otros, que si bien eran distintos a mi, cargaban sobre sus espaldas penas que hacían que las mías parecieran pequeñas.
Mi abuelo materno es médico, de aquellos que los años no han logrado arrebatarle la pasión y entrega a su trabajo. El es un hombre duro, que lleva en las líneas de su rostro grandes historias marcadas y apuesto a que si lograra ver su corazón, de igual manera me encontraría ante un órgano oprimido por los años pero latiendo por aquello que ama, la medicina. El siempre ha sido un gran ejemplo para mí,cuando lo miro tengo en claro la persona en la que me deseó convertir, y a pesar del gran amor y admiración que le tengo a él y a su trabajo, no fue hasta hace un tiempo que comenzó a interesarme lo que él hacía, por lo que no sé de dónde surgió mi entrega por la medicina. Pero cuando me preguntaron ¿Que quieres estudiar ? Yo ya conocía la respuesta.
Debo admitir que yo no elegí a la medicina, ella me eligió a mi mucho antes de que yo la conociera. La medicina es para mí lo que una bocanada de aire fresco representa para alguien que lleva mucho tiempo sintiéndose sofocado, es mi consuelo, mi escape, mi forma de expresarme y ser. Al comenzar a enamorarme de este arte, sin duda alguna no lograba ver todo aquello a lo que estaba a punto de enfrentarme, tenía miedo, miedo de que no fuera el camino indicado , lo admito, tenía mis dudas y es por eso mismo que antes de emprender una carrera ,que por cierto dura la mitad de tu vida, decidí adentrarme al mundo del servicio y la salud volviéndome paramédico, aunque en el fondo y sin saberlo, mi corazón ya era el de un médico.
ESTÁS LEYENDO
A corazón abierto, relatos de un médico
RandomHistorias y vivencias del día a día de un médico en formación, en donde la medicina perdura más allá de un quirófano y una sala de espera. La medicina es un arte doloroso, en donde lo que es bello es grotesco y lo grotesco siempre es bello.