II

3 0 0
                                    

Niela caminó un corto tramo, se detuvo, giró, vio a sus amigos, se sintió culpable, dio un paso de regreso, sintió que no era lo correcto, giró de nuevo y corrió hacia los dormitorios femeninos, sentía que si se quedaba un momento regresaría con ellos, pediría perdón, les diría que los quiere, estar con ellos, no abandonar lo único que conoce, pero no debía, se sentía lastimada y no se dejaría ver lo débil que se sentía ¿alguna razón? su mente le decía que debía tomarse un tiempo para tomar las cosas con calma, razonar tranquilamente y decidir si perdonarlos o no.

Al llegar a las habitaciones, entró corriendo, sus compañeras le preguntaron si algo malo pasaba, a lo que ella se excusó diciendo que tenía que terminar un trabajo urgentemente, así que la dejaron en paz. Cuando entró a su recámara, se percató que estaba totalmente vacía, solo se encontraban solitariamente un escritorio con una lámpara azul, unas carpetas encimadas, unos cuantos libros y un bote lleno de colores y lápices, también estaba su cama, bastante simple, una sábana color crema, una almohada blanca y un tierno peluche de gatito.

Miró por la ventana, ahí pudo observar los diferentes grupos de amigos que paseaban, unas cuantas familias y parejas. Parejas, aquello le recordó lo mal que se sentía, cerró de un jalón la cortina y se recostó en su cama, a llorar en silencio. Sabía que debía razonar sus sentimientos, pero quería desahogarse, preferiblemente con alguien a su lado, pero no había quién, no se sentía en confianza con nadie y quizás tampoco la entenderían. En esta ocasión, agradecía sentirse sola.

***

Pasó la noche llorando amargamente, quizás sería la noche más triste de su vida, no solo había perdido lo único que había conocido desde que despertó, ahora se sentía sola en el doloroso y difícil camino de recuperar sus memorias, no había nadie a quien le pudiese preguntar algo, tendría que resolverlo por sí misma o conseguir nuevos amigos que le sirvieran de apoyo, algo que sentía ya no podía esperar de los demás.

Pero, claro está, no era la única destrozada, sus amigos también pasaban por un mal rato, su amistad se había roto en segundos, Víctor estaba arrepentido de su propia cobardía de no haber podido decirle la verdad a Niela, Dylan sentía vergüenza de sí mismo por haber traicionado a su mejor amigo y robarle al amor de su vida y Galia se sentía entre la espada y la pared al no saber a quién apoyar, su corazón estaba repartido en ellos, ¿cómo podía elejir?

Simplemente, un dolor inimaginable.

Pero no podían dejarlo así, sus lazos no eran tan débiles ni patéticos como para que se rompieran por algo así, las cosas no se iban a solucionar solas, si querían un resultado, debían luchar por ello y dar un esfuerzo para conseguirlo.

Las cosas no tienen un cambio si finges que no existen.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 15, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Aún no te olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora