Capítulo 1

4 3 0
                                    

Una rima más

La sala estalló en aplausos, gritos y vitoreo cuando uno de los focos se encendió e iluminó aquel espacio de oscuridad. Me abracé con fuerza al ejemplar de literatura que llevaba entre los brazos en el momento que los universitarios enfebrecidos comenzaron a dar saltos; dichos movimientos originaban en mí la sensación de que la multitud aglomerada iba creciendo. Clara no me avisó siquiera y comenzó a andar hacia delante, hacia donde había más concentración de personas sudorosas, malolientes y locas.

─Cla... Clara─ la llamé muy bajito.

Debería soltar mi libro e intentar atraparla al extender el brazo pero me limité a proteger lo que durante muchos siglos había sido protegido por otros; era un ejemplar de primera edición. Perdí la pista de mi mejor amiga cuando un alto y fortachón universitario se cruzó en mi camino. Los siguientes movimientos fueron empujones, caricias a mi pelo recién lavado y peinado, intentos de cachetadas a mi trasero...

Fui de mano en mano, como si fuera agua surcando en unos canales muy estrechos, hasta una parte en la que los universitarios eran más serenos. Estos hablaban en un tono muy alto y fumaban cantidad de cigarrillos, pero al menos no daban empujones.

Desde mi posición intenté encontrar a Clara sin moverme, solo con la mirada; había pasado de estar en la última fila a la primera. Decepcionada al no cumplir mi objetivo me volví hacia delante y me asusté al contemplar el enorme ring de boxeo. Unos focos amarillentos iluminaban desde el techo el centro del ring, a la espera de que cualquier loco se pusiera bajo él para llevar a cabo una locura.

El solo pensamiento de que pudiera ver sangre o a dos chicos o chicas golpeándose salvajemente en la cara me puso los vellos de punta. La violencia era algo que detestaba.

─Cla... Clara─ volví a intentarlo solo que esta vez más asustada.

Unas manos sudadas se posaron en mis hombros descubiertos.

─Tranquila, chica, el espectáculo aún no ha empezado─ el olor a tabaco atravesó mi pelo y llegó hasta mi nariz─. Vas a flipar.

En el hipotético caso de que alucinara, luego me desmayaría, sin duda.

─Yo... yo no debería estar aquí.

─Vestida de esa forma desde luego que no.

Dio un repaso a todo mi cuerpo, un par de veces. Bajé la falda de mi vestido de seda rosado e intenté cerrar un poco mi escote, pero eso solo sirvió para que un grupo de jóvenes admiraran mis senos.

Una vez hube dejado atrás las incómodas miradas de los universitarios con hormonas descontroladas, mi próximo objetivo ya no era dar con Clara sino con la puerta de salida. Aquel era mi primer día en la Universidad y en lugar de tener una noche tranquila para ver la televisión o leer un buen libro, mi mejor amiga me obligó a que la acompañara a un concierto. En ningún momento habló de una pelea de boxeo. No sé como pude dejarme convencer.

Me detuve en un punto de la sala cuando me di cuenta de que apenas había avanzado quince metros que a mí me parecieron una eternidad. No había forma de salir de allí, al menos no con tanta gente. Tras varios minutos de agobio y de dar vueltas sobre mis talones tratando de buscar algo que se antojaba imposible de encontrar, mi mirada se clavó en un punto; era sencillo y singular, no tenía nada que llamara la atención, al menos no como el imponente ring o los focos, o incluso las chicas ligeras de ropa que se paseaban por allí. Se trataba de una puerta medio abierta, únicamente descubierta por mí. Quizá esa fuera mi salvación, la puerta de salida.

Llegué hasta ella, calmé mis ansias de abrirla cuando escuché un ruido que provenía del interior. Jugué a ser curiosa y me incliné sobre la estrecha ranura. Al principio solo podía ver la luz blanca proyectada en la pared algo sucia, el único halo de luz en una estancia tan oscura.

Doble TempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora