Capítulo Único

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Clary llevaba una semana rogándole a Simon.

Era obvio que había algo entre él y Raphael.

Aunque ninguno de los dos lo quisiera admitir.

Sentían atracción el uno por el otro.

-Yo sé que hay algo entre ustedes dos- le dijo Clary por décima vez a un cansado Simon.

Alec le había dicho que, si quería que Simon le confesara algo, debía desvelarlo, y así sería más fácil sacarle información. Estaría tan distraído que no se molestaría en ocultarle las cosas. –Siempre me funciona con Jace- había dicho el pelinegro.

Clary siguió su consejo. No le resultó difícil, ya que, a las diez de la mañana, Simon ya estaba perfectamente bien develado.

-Ya te dije que no tenemos nada- dijo Simon, y se detuvo a pensar algo.

Clary soltó un resoplido de resignación.

Entonces era cierto.

Simon había estado diciendo la verdad todo el tiempo.

-¡NADA!- gritó Simon y se echó a llorar.

Clary se sobresaltó con el grito de si amigo.

-¿Por qué no puedo hacer nada bien?- se lamentaba Simon –Me gusta y no puedo decírselo- Simon lloraba cada vez con más fuerza.

Clary se sintió mal por él.

Lo abrazó e intentó consolarlo.

Simon se quedó dormido en menos de diez minutos.

Clary soltó un suspiro.

El consejo de Alec había sido demasiado efectivo.

...

Simon se despertó en la noche con hambre espantosa.

Estaba tan hambriento que hubiera asesinado a la primera criatura con sangre que se le apareciera en el camino.

Por desgracia estaba en el DuMort y no podía matar a nadie.

La primera persona que se encontró en el camino fue, para su suerte -no sabría si decir buena o mala- a Raphael.

-¡Dios! Simon ¿Qué te he dicho sobre saltarse las comidas?- le reprendió señalándolo con un dedo.

Simon arrugó el entrecejo.

Definitivamente tenía mala suerte.

Se visualizó a sí mismo como se debería ver en ese momento.

Pálido (más de lo normal), y con las venas resaltando en su piel, en pijama y con el cabello horriblemente despeinado.

De repente, recordó lo sucedido la noche anterior con Clary.

-No es cierto...- murmuró Simon con la cara aún más pálida.

Le había confesado a Clary que le gustaba Raphael.

Simon se fue corriendo de allí.

Agregado a su mal aspecto, seguramente tendría los ojos hinchados y lágrimas secas en la cara.

Para su aún peor suerte, Raphael lo siguió, y antes de que pudiera correr tres metros ya lo había alcanzado.

A Simon se le humedecieron los ojos por la frustración que sentía.

Raphael se dio cuenta y se acercó lentamente, para no asustarlo, pero denotando que quería consolarlo lo más pronto posible.

Los movimientos de su cuerpo y su cara se contradecían tanto que Raphael parecía un muñeco de trapo.

Efectos secundarios de la sangre contaminada (Saphael)Where stories live. Discover now