1 de septiembre del 2014.
Un año. Un precioso y difícil año. Tara recordaba cuántas veces había soñado con ese momento. Recordaba las noches enteras llorando sin poder dormir pensando que este día nunca llegaría, o las noches en las que simplemente no dormía, ya que terminaba de hablar con él a las 5:30 de la mañana, sin importarles si al día siguiente tenían que trabajar, o ir al instituto. Nada de eso importaba, eran felices, y no se daban cuenta de que las horas pasaban y ellos seguían sonriéndoles a las pantallas de sus móviles. Todos esos abrazos imaginarios, todos esos besos deseados, todos esos momentos que ellos mismos se prometieron que cumplirían. Esa futura vida que juntos formaban a base de sueños por cumplir.
Tara miraba la pantalla de su móvil desesperadamente, esperando que llegara la hora. Sentada en frente del ventanal gigante del aeropuerto, viendo aviones que se iban y que llegaban. Estaba nerviosa, sabía que uno de esos que aterrizaban era el que traería a la persona que más había necesitado en todo ese año. El culpable de esas sonrisas y llantos. El que le prometía una vida juntos. Dylan, el amor de su vida.
Su pierna no paraba de temblar, pues siempre lo hacía cuando ella estaba nerviosa. Era algo involuntario. Al igual que la forma en la que se enamoró de él, sin quererlo. Ella no tenía planeado conocerle aquel 1 de septiembre de 2013, y ni mucho menos, enamorarse de él en la forma en la que lo hizo. A veces, sentía que estaba loca por querer tanto a una persona que nunca antes había visto. Que nunca había tocado. Que nunca había sentido. Pero, nadie tiene la culpa de enamorarse, simplemente pasa. Puede ser un amor correspondido, o puede que no. Por suerte, éste amor sí era correspondido, Dylan sentía lo mismo por ella. ¿El único problema? La distancia que les separaba al uno del otro. Pero ella, le sentía cerca. Le sentía en su corazón, ya que él le prometió que siempre estaría con ella y que siempre le estaría cuidando, incluso cuando ella no le viera. Y ella, confiaba en él más que en nadie.
A Tara se le paró el corazón por un momento cuando miró el reloj de la pantalla de su móvil, y se dio cuenta de que eran las 17:58. Quedaban dos minutos para que el avión de Dylan aterrizara. Su corazón se aceleró, y corrió en busca de la puerta de embarque por la que él saldría minutos después.
Y allí se plantó. Detrás de unas estúpidas vayas que separaban a los pasajeros que llegaban de las personas que les esperaban. Se abrió una puerta, y empezaron a salir personas. Su corazón se aceleraba por cada persona que salía. Pasaron cinco minutos, y ella buscaba a Dylan entre la gente que salía. Le seguía buscando, cuando de repente, allí estaba él. Sus ojos azules, esos con los que tanto Tara había soñado, se encontraron con los suyos. Él sonrió a la vez que sus ojos se humedecieron. Por fin. Por fin tenía a su chica a tan sólo unos metros de él. Tara no se lo creía. No podía reaccionar, pero en dos segundos se dio cuenta de que esa era la realidad. Que tenía a la persona a la que amaba a unos simples metros de ella, y que sólo tendría que esquivar a unas cuantas de personas para poder abrazarle. No lo dudó ni un segundo, y empezó a correr. Cada vez estaba más cerca, sus manos casi se tocaban, y cuando finalmente iba a aferrarse a sus brazos.... Abrió los ojos.
-¡¡¡¡¡No!!!!! ¡¡¡¡¡No!!!!! ¡¡¡¡¡¿Por qué?!!!!!!
Empezó a llorar. Siempre lo hacía cuando se despertaba después de haber tenido tan cerca a Dylan. Le dolía ver como todo había sido un sueño.
Le dolía saber que la realidad era que Dylan seguía a miles de kilómetros de ella.
Lo único que la calmaba, era que al fin y al cabo, juntos, o separados, un mismo cielo les unía, y que los dos vivían bajo el mismo sol. Y ella, tenía por seguro cada día que pasaba, era un día menos para ver al amor de su vida. A ese que sin haberle tenido a su lado físicamente, amaba más que a nadie en el mundo.
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Under the same sun.
Romance"+Will you be there, when the day's done? Will you be there, under the same sun? -I will. I will always be."