A mi manera

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Un destello azul. Una sala simple, en el centro, una mesa, alrededor, dos sillas, en una de las sillas estaba ella. Era casi real, incluso el olor del jazmín en el jardín inundaron su nariz, pero no, los rayos del sol que entraban por la ventana no emitían calor,  él no sentía nada. Sí, seguía siendo una ilusión, una muy buena, pero no era real. Todo estaba dentro de su cabeza. Marco ya se estaba arrepintiendo de haber probado esto, se quería ir, pero no sabía como.

Media hora antes, Marco había llegado a la puerta de un edificio con una cartel enorme que decía "Circuito Abierto: mejor que la realidad". Su mejor amigo, Sebastián, le había comentado de este lugar. Dentro del edificio había unas habitaciones donde se encontraban los hatcheggs, eran unos simuladores en forma de casco de realidad virtual. El proceso era simple, pedías una habitación, te daban la llave, y te dejaban una hora, para ponerte el hatchegg y vivir tu realidad soñada. La mayoría de los que iban eran personas con problemas, y Marco era una persona con problemas. Era una manera de escapar la realidad, el dolor, la vergüenza, la tristeza, tan solo por una hora, sin embargo esa hora era un día entero en "Circuito Abierto". "Seguro que te encantará, además, según mi terapeuta, es un gran método para superar perdidas importantes" le había dicho Sebastián. Hacia cinco meses que su comprometida, Alana, había muerto en un accidente automovilístico, y él no la podía superar, todos los días se levantaba esperando ver de nuevo su cara y su pelo rizado sobre la cama, pero cada vez que abría sus ojos encontraba un lugar vacío.

De esa manera, Marco se encontraba en una pequeña cabaña mirando a ella. No era su amor perdido, no , era una mujer que nunca había visto en su vida "¿Que es esto?" pensó.


- Marco, estaba esperándote ¿fuiste a comprar los pochoclos?

- Eh...

- Hoy hacemos maratón de películas ¿te acordás? No importa, podemos hacerla de todas maneras.

Por alguna razón decidió quedarse, sin cuestionar nada, ella le hablaba de las cosas mas absurdas, siempre con una sonrisa en su cara. De alguna forma sentía que la conocía, pero no de toda la vida, sino que en algún momento lejano, quizá en su infancia la había conocido y se estaban reencontrando. Hablar con ella era casi como hablar con sí mismo; les gustaba la misma música, las mismas películas, los mismos libros... aunque era mas graciosa que él, dicho de mejor manera, ella era graciosa y él no.

Cuando el cielo oscureció se recostaron en el jardín, a mirar las miles de estrellas que salpicaban la negra noche. Hubo un pitido y de repente se encontraba sentado en una silla, con el casco puesto, la hora se había terminado.

Al día siguiente volvió, y el siguiente día, y el siguiente... Hacia ya siete meses que concurría a "Circuito Abierto". Él no podía estar más feliz con ella, sin embargo, el día anterior se había juntado con Sebastián, y las cosas no terminaron muy bien. Su mejor amigo le dio una pequeña charla sobre como estaba comenzando a pensar que mas que una ayuda, ir a la realidad virtual se había convertido en una adicción, y que tenía que parar. Marco no podía creer lo que le estaba diciendo, que su amigo no se daba cuenta de lo feliz que era, nunca en su vida se había sentido tan bien. Le dijo que seguramente estaba celoso de que él podía pagar la hora todos los días, y que también estaba celoso de su felicidad, porque Sebastián nunca había sido un hombre con suerte. No quiso decir eso, pero fue lo que le salió, y desde ahí no se habían enviado mensajes, las cosas estaban tensas. Incluso estaba considerando no ir al "Circuito Abierto", se encontraba de muy mal humor, además era ese mismo día que se cumplía un año de la muerte de Alana , sin embargo decidió ir al final.

Hoy les tocaba maratón de películas de nuevo, pero Marco no tenia muchas ganas, de hecho, no tenia ganas de hacer nada. 

- ¿Estás bien? Te siento raro, en realidad, yo me siento rara.

- No quiero hablar ahora.

La conversación terminó ahí, pero el aire se sentía distinto, había una tensión extraña entre ellos dos. Ya al anochecer, ella le hizo una pregunta, que dejó a Marco perplejo:

- ¿Cómo nos conocimos? - dijo frunciendo la frente.

Marco no se atrevió a decir una palabra

- Yo, no lo recuerdo, de hecho, no recuerdo nada que haya pasado seis mese antes, ni siquiera se quien soy - lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Marco quería hacer algo, quería que parara de llorar, pero estaba quieto, no sabia que hacer.

- Ni siquiera sé si esto es real, si vos, Marco, sos real, si yo soy real... ¿Soy real?

- Esto no debería estar pasando, el técnico nunca me dijo que algo como esto podía pasar. No tiene sentido, todo esto es mi cabeza, y ahora estas hablando como si fueras una persona, voy a quejarme con el gerente de esto, se supone que las cosas acá ocurren a mi manera.

- ¿De qué estás hablando? No me mires con esa cara de estúpido, decime que fue lo que dijiste, porque me estoy volviendo loca.

- Podemos dejar esta conversación, no estoy de humor ahora.

Ella se acercó, con sus manos lo agarró de la remera, y le comenzó a gritar. Marco ni siquiera estaba escuchando, le dolía muchísimo la cabeza y quería irse; un pitido le comenzó a taladrar los oídos, se tapó las orejas y cerro los  ojos, esperando que todo terminara. De repente el sonido paró, y abrió sus ojos. A su alrededor, las cosas empezaron a desaparecer, primero el cielo, luego el jardín, las paredes, los muebles, todo se desaparecía.

- ¿Qué está pasando Marco, por qué siento que voy a desaparecer?

- Perdón... - Fue lo único que salió de sus labios.

El piso desapareció, ella lo miró y abrió la boca para decirle algo. 

- Eh, hace quince minutos que tu hora se terminó, no se que hiciste, pero te tenés que ir.- le dijo una mujer parada en la puerta de la habitación del edificio. 

Marco se quitó el casco, salió de la habitación con el pelo pegado a la frente por el sudor, devolvió las llaves, cruzó la puerta de salida y nunca más volvió.

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⏰ Last updated: Aug 09, 2018 ⏰

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