-Aomine-kun, se te va a caer la baba. -Me dice mi pequeño amigo de ojos celestes, quien está sentado frente a mi, en una pequeña mesa para dos, dentro de una cafetería. Bebe tranquilo su tercer batido de vainilla.
-Joder, es precioso. –Le contesto sin siquiera voltear a verlo, completamente embobado mirando al más hermoso ángel que me pude haber topado en esta vida. Estoy hablando de un chico alto, guapo, amable, que trabaja de mesero esta cafetería donde actualmente nos encontramos. De cejas extrañamente ¿partidas, separadas? Como sea, bastante rojas al igual que su cabello. De rasgos faciales tremendamente perfectos y masculinos. Tiene un tono de piel hermoso y cada que sonríe me roba el aliento, mi corazón se estruja dolorosamente. Es encantador. Mierda. Chicos como él, ninguno en esta vida.
-¿En verdad crees que no sospechará? Llevamos aquí dos horas, y tú, has estado sin pestañear todo este tiempo por ¿tres días? Podrían echarte de esta cafetería.-comenta Kuroko.
-¿Es que, a poco no es guapo? – Permanezco estúpido siguiendo con la mirada al lindo mesero que va de un lado a otro atendiendo a los clientes entre las mesas del negocio. Debo reconocer que este chico me tiene enteramente perdido. Es por eso que esta vez vine aquí con el pequeño Tetsu, para no generar sospechas.
Sé que se preguntarán ¿Cómo paso? Bueno, sucedió de casualidad. Hace unas semanas vine por primera vez aquí con Kise, un amigo, literalmente entramos al primer restaurante que nos pareció adecuado. Nos sentamos en la primera mesa vacía que encontramos, observando lo familiar que resultaba la decoración dela tienda. Cuando un mesero se acercó a tomarnos la orden. Lo primero que pensé es que aquél chico era guapísimo, con ese uniforme ajustado que lo hacía ver tentador, si me lo preguntas. Los pantalones negros le quedaban (y aún lo hacen) perfectamente ajustados y la camisa de vestir blanca se entallaba en su cuerpo de manera única. Con un pequeño y elegante moño en el cuello. Me robó el aliento por algunos momentos. Fue sólo eso y nada más. O eso creí. Hasta que terminamos de echarle un vistazo a la carta y decidimos ordenar un café late para cada quien. Entonces sucedió. El maldito ángel, el chico mesero en cuestión, nos contestó con un ''entendido'', SONRÍO y se fue.
Me ganó con esa sonrisa.
Me flechó.
No estoy seguro del todo, pero algo así nunca me había pasado. Kise notó de inmediato que algo en mí andaba mal. Ese día no pude dejar de echarle miradas a aquél guapo joven, que seguramente tiene mi edad, podría ser incluso un poco más joven. Ignorando a Kise por completo, aunque eso no es novedad. A lo que voy es que nadie jamás me había cautivado tanto como él. Y en tal sólo un momento.
Aquella criatura me orilló a ordenar mil veces, teniendo la mala suerte de que en ocasiones, era otra persona quien tomaba mi orden. Kise ya estaba harto, debo decir.
[De vuelta al presente]
-Aomine-kun, viene hacía acá. –dice Tetsu sorbiendo del popote.
-¿¡En-enserio!? –respondo completamente nervioso, tratando de esconder mi cara con la revista de baloncesto que pretendo leer.
-¡hahahaha, menso!
-¡Tetsu maldito.- le digo gruñendo.
-¡Pfft, eres un perdedor. ¿No te hacías llamar el mismísimo ''casanova''?- me dice el maldito enano con una sonrisa burlona.
-Tch, cállate. No tengo ni idea alguna de cómo maldita sea acortar la distancia, no creo que me funcione el llegar y decirle ''eres dinamita nene''.
-¿Disculpe?
-¡Waaaah! –grito como todo un señorito frente al precioso chico mesero, quien acaba de acercarse a nuestra mesa y hace su mejor intento por contener la risa. Soy un estúpido. Eso y que sostenía al revés la revista todo este tiempo.
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De cómo le conocí.
FanfictionHola a todos! Este fanfic participa en la convocatoria Hikari Month del grupo ''Aokaga 5x10 (Aomine x Kagami)'' en facebook. Este escrito corresponde al día 9 del mes agosto. Descripción: Aomine-kun a comenzado a frecuentar cierta cafetería. Y Kurok...