Eres mejor de lo que esperaba.

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Desde muy pequeño siempre fue un gran admirador del héroe N°2, sentía que, pese a que todos le recalcaban el "No lo intentes" "Jamás llegaras a ser como él" "All Migth es demasiado, ríndete", jamás dejo de intentarlo.
Su admiración solo crecía, al verlo en las noticias, diarios, hasta aveces en las calles, no le gustaba mucho pasar con las personas "normales" en la calle, era muy cool a sus ojos.
Su madre, un día llego con un regalo, el pequeño de las alas nunca pensó que lo que había dentro de esa caja solo era el primer paso al resto de su vida, la figura que atesoraría el resto de sus días, con el mismo cariño que la primera vez que la tuvo en sus manos, su preciada figura de Endeavor, su héroe favorito.

Ahora, con sus 22 años, conocido ya en todo japón por su corta edad y grandes hazañas, Hawks es uno de los héroes más queridos, su Quirk es muy bueno a la hora de salvar personas, ya que en pelea no es muy bueno, la velocidad es lo que más lo ayuda a la hora de los encuentros con villanos muy fuertes.
Luego del encuentro con el Nomu de la liga de villanos, Endeavor quedó tan mal que fue sometido a cirugía y una recuperación con Recovery Girl, la cual al más joven le saco una sonrisa, más que nada burlona.

Ambos estaban en la habitación, ninguno hablaba, quizás solo buscaban un tema el cual no fuera muy incomodo de hablar para el momento, Hawks leía una revista casi echado en la silla mientras el Numero dos miraba de forma perdida en techo de la habitación, hasta que por fin abrió los labios para poder hablar.

    — Aún no entiendo que haces acá.—  Su tono de voz era tan... ¿Varonil? Muy grave, seco.
    — Ya te dije, debo cuidar a mi compañero.—  No despegaba la vista de la revista, y una sonrisa se hacia presente en su rostro, sabía que aún no se acostumbraba a su presencia, mucho menos a su compañía, pero al menos ya no lo estaba corriendo. 
    — Tsk, te dije que no eres mi compañero.—  Se cruzaba de brazos y fruncía el entre cejo, como si eso diera a entender por completo que estaba molesto, siempre lo estaba, no era necesaria demostrarlo de esa forma, aunque para el menor sólo era una razón más para quedarse, el molestarlo era bastante divertido, y tenerlo cerca era algo embriagador, era un deseo que poco a poco crecía en su pecho, poder estar tan cerca de su ídolo, nunca pensó poder llegar a ese punto.
    — Tarde o temprano lo aceptaras.— El tono de voz que poseía era algo con lo que debería lidiar, la verdad, esa pequeña pizca de burla no desaparecía, quizás algún día lo golpearía muy fuerte por eso, él solo perdía que no fuese en la cara, después de todo, sus fans estarían muy tristes si algo le pasaba a su perfecto rostro tallado por los ángeles, o así le gustaba pensar que lo miraban. 

Las charlas que tenían no eran muy largas, después de todo, ambos decían lo justo y necesario, y cuando uno de los dos dejaba el corte el otro solo se quedaba viéndole por un rato para seguir con lo suyo.

Así pasaron las horas hasta que dieron de alta al pelirrojo, ambos fueron a la estación, callados, ¿Que debía decir? Tan solo con su compañía era suficiente, se sentía feliz, feliz de poder estar tan cerca de él como nunca pensó estarlo, pero esos momentos llegaron a su final cuando estaban ya en el lugar, unas pocas palabras, y cada uno por su lado, después de todo Enji tenía una familia, y el rubio sabia que deseaba verlos, aunque también más que sabido que la relación que llevaba con ellos no era del todo buena.

    — Hasta unos días.— Fueron las ultimas palabras del de orbes color miel para de igual forma, dirigirse a casa.

No podía evitar pensar en lo bien que se sentía estar cerca del contrario, después de todo, era su razón de ser héroe, aquel que siempre miro por la Tv, era hasta mejor de lo que esperaba, se veía como un idiota, pero era un idiota que muy dentro tenia un gran corazón, deseaba no lastimar lo, no otra vez.
Se detuvo en seco, mirando el suelo, pequeñas gotas cayeron a la acera, ¿Estaba llorando? No, los héroes no lloraban, los héroes eran fuertes, pero... No podía evitar pensar en aquella cicatriz, era su culpa, su culpa que casi mataran a su símbolo de admiración, el pecho le apretaba, llego su diestra a la cara, limpiando las lagrimas que no paraban de salir, esto no estaba bien. Cuando por fin se detuvieron golpeo con la zurda la pared del edificio que tenia a un lado, eso no pasaría otra vez, si era necesario, él pondría el rostro, el cuerpo, todo, para salvarlo.

Una sonrisa se dibujo en su rostro, si, él lo cuidaría, no importaba el costo, él sería el pilar para que el nuevo Número uno brillara más que cualquier otro, y que lo respetaran como se lo merecía, como un gran héroe, como el gran héroe que es. 

Tu eres mi inspiración, la razón por la que deseo ser Héroe.Where stories live. Discover now