El Dios de la luna, estaba tranquilamente caminando y admirando las flores que había en el lugar en el que se encontraba, su cabello blanco y largo danzaba con el viento que pasaba, maravillado por la naturaleza de las flores caminaba y los pétalos de los árboles de cerezo o parecían muy hermosos a la vista del Dios. Dirigió su vista hacia la Luna admirando su resplandor, su mirada se iluminó al ver la Luna que irradiaba su luz, simplemente le parecía hermosa aquella vista. Al ser el Dios que representaba la Luna era imposible que pensara que no habría otra cosa más hermosa que admirar la luna que estaba en aquel cielo. Se formó una sonrisa en su rostro. Dejo de admirar la luna y sacó un libro el cual se disponía a leer. Su personalidad era tranquila como era común, se dispuso a leer aquel libro con el resplandor de la luna.
Tsukuyomi
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La Diosa se encontraba en su templo que estaba cerca del mar, podía escuchar el sonido de las olas, admiraba las flores que estaban por el templo, camino admirando la belleza. Comenzó a tararear mientras caminaba, sus ojos reflejaban amor y bondad. La Diosa tiene rasgos suaves en su rostro, haciéndola hermosa. Se sentó en un pilar recargando su espalda en este. Dejó de tararear, la vista era hermosa. Sonrió al ver una serpiente blanca sin duda amaba aquel lugar y escuchar la música que llegaban a sus oídos. Amaba la música más que nada y las vistas que tenia en este momento eran simplemente preciosas. La Diosa de la música, del conocimiento y la belleza así es como la habían nombrado a aquella Deidad.
Benzaiten
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