Carta XXXI.

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Querido J:

En poco tiempo, la gente empezó a hablar de vosotros.

Erais el tema principal en las conversaciones de la cafetería, en los cambios de clase, en todo.

Os envidiaban.

Yo también lo hacía.

A vosotros parecía no importaros.

Estábais tan inmersos en vosotros mismos, que no veíais más allá de vuestras narices.

Y no sé si eso es bueno o es malo.

Quizá las cosas no son siempre blancas o negras.

Unknown.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora