La Lanza del Destino

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Era la mitad de la noche cuando el hermano Bartholomew entró al establo donde Godfrey el mozo de cuadra dormía placenteramente.--¡Despierta,muchacho, tenemos mucho que hacer! ¡Dios me ha enviado una visión!--vociferó el monje mientras agitaba al somnoliento muchacho. Godfrey se levantó tan rápido como pudo, un poco mareado se puso las botas y el cinturón mientras el hermano Bartholomew le ofrecía un trozo de pan. --Come rápido chico, no hay tiempo que perder. Ensilla dos caballos, vamos a Antioquía.--


El camino a Antioquía no era largo pero sí un poco tedioso, y el hermano Bartholomew parecía llevar prisa pues abusaba un poco del caballo para llegar pronto. --A este paso el caballo lo va a tirar, y me echará la culpa a mí--pensó Godfrey, aunque le divertía un poco la idea de ver al hermano Bartholomew caer del caballo. También sentía curiosidad por lo que el hermano llevaba envuelto en una túnica, se aferraba al bulto como si su vida dependiera de ello. Seguro era algo muy importante.


Al llegar a Antioquía, Peter Bartholomew ordenó al joven mozo esconderlos caballos y encontrarlo en la entrada de la catedral de San Pedro.Godfrey ató los caballos detrás de un viejo edificio abandonado y caminó por las calles obscuras de la ciudad hasta llegar a la catedral donde le esperaba el monje, con la capucha puesta, escondido tras un pilar. --Escucha,voy a entrar a la catedral y tú te vas a quedar aquí a vigilar. Si llega alguien golpea la puerta como si te tropezaras para avisarme.No dejes que entre nadie, ¿me has escuchado?--Godfrey asintió sin quitarle los ojos al bulto que el monje todavía sujetaba, sus nudillos blancos de la fuerza con la que se aferraba a lo que fuera que escondía envuelto en la túnica. Peter Bartholomew entró a la catedral y cerró la puerta tras él.


El mozo de cuadra sentía que le vencía el sueño. Desde que los cruzados habían llegado a la provincia, Godfrey no había tenido un buen rato de descanso, pasaba horas ensillando caballos,limpiándoles y alimentándoles. Afilando espadas y haciendo mandados para los caballeros cristianos y para los monjes, en especial para el hermano Bartholomew. Empezaba a cabecear cuando los primeros rayos del sol comenzaron a salir. No podía dejar que le venciera el sueño o el monje le daría una zurra. Cuando creía que no podría mas, se escucharon pasos detrás de la puerta de la catedral –¿Muchacho,estas ahí? ¿estás solo?--preguntó el monje. ----confirmó el mozo con una voz tímida. El hermano Bartholomew salió de la catedral como si nada hubiera pasado y comenzaron su viaje de regreso. Durante el trayecto, Godfrey notó que el hermano Bartholomew ya no tenía el bulto con el que había entrado a la catedral. Cuando regresaron, el monje tomó a Godfrey por los hombros y mirándole a los ojos con toda la seriedad posible le hizo jurar que jamás le diría a nadie lo que hicieron esa noche. --Lo prometo--dijo el joven mozo, quien solo quería dormir un par de horas antes de comenzar sus labores del día.


Al día siguiente, Godfrey se despertó a una gran conmoción. Cuando salió del establo vio a lo lejos una bulliciosa multitud. Conforme se acercó, comenzó a distinguir la peculiar voz del hermano Peter Bartholomew.

--¡Dios me ha dado una señal! El mismo apóstol San Andrés me lo ha dicho por medio de una visión. ¡Me ha dicho dónde encontraremos la lanza de Longinos, la misma lanza que hirió el costado de nuestro señor Jesucristo,alabado sea!--La gente se persignaba y los caballeros cruzados murmuraban entre ellos. Todos parecían muy entusiasmados por la visión del monje.


La multitud siguió al hermano Bartholomew hasta Antioquía.Godfrey aprovechó este enredo para abandonar sus quehaceres y seguir a la multitud que parecía crecer cada minuto. Caballeros cruzados,escuderos, damas nobles, doncellas, granjeros. Todos siguieron al monje hasta llegar a la Catedral de San Pedro. --¡Aquí es el lugar, la sangre de Cristo reside aquí!--vociferó el monje antes de entrar a la catedral. Varios miembros dela multitud le siguieron mientras el resto se quedó afuera,esperando. Godfrey sentía una gran confusión y seguía recordando los sucesos de la noche con al monje.



Después de un buen rato se escuchó un hondo clamor. La gran masa de gente no dejaba ver qué estaba sucediendo. Godfrey corrió hacia una columna cercana y la subió solo para ver a lo lejos las manos de Peter Bartholomew, sucias de tierra, y entre ellas estaba el bulto que le había visto la noche anterior. El monje comenzó a desdoblar la túnica y dentro de ella había una oxidada lanza vieja. La gente enloqueció. Muchos se hincaron y persignaron al ver la lanza. Los caballeros cruzados tomaron al monje y le elevaron en el aire como el campeón del pueblo. Desde los hombros de los caballeros, Peter Bartholomew logró ver a Godfrey quien se encontraba sobre la columna. Sus ojos se encontraron por unos segundos hasta que el monje guiñó al mozo de cuadra. Godfrey sonrió.

La Lanza del DestinoWhere stories live. Discover now