Flowers in my brain.

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   3 flores.

– ¡No te preocupes, Sans! No es nada, aún puedo lograrlo, sé que puedo–.

– Lo que digas, dulzura–.

11 flores.

– Vámonos de aquí...– insistió la flor que se alzaba en su espalda. No soportaba ver la así.

– Está bien, no te preocupes, estaré bien– mostró su radiante sonrisa a la flor dorada antes de dirigirse una vez más a la cabeza de la Guardia Real. Una vez más.

19 flores.

– Frisk, ¿Me oyes? Aléjate de ellos, no puedes seguir, quédate conmigo, estarás a salvo a mi lado– el esqueleto la sujetaba con fuerza los hombros, y con ojos exasperados por la seguridad de la chica.

– Por favor, Frisk... Ya ni siquiera puedes ver tu ojo, por favor, quiero a mis soles brillar en mi dirección. Por favor...– continuó este.

   Ella mostró su sonrisa. Su hermosa sonrisa.

28 flores.

   Los ataques mágicos de las criaturas llegaban a la humana, sin cesar.
   Uno tras otro, rompían su gentil y rojo corazón en pedazos. Mientras que las flores construían una corona dorada alrededor de su cabeza, cubriendo esos soles de ojos.

37 flores.

   Ella caminaba al lado de Sans, mientras apreciaban el silencio. Ella por poco se tropieza con una roca, pero el esqueleto la detuvo a tiempo.

– Cuidado, dulzura– ella no se soltó de este, en cambio, se aferró más a él, y lo rodeó con sus brazos, temblorosa.

–... ¿Frisk?– él le devolvió el abrazo.

   Ella empezó a temblar un poco más, el esqueleto sintió su hombro izquierdo mojarse ligeramente. «Oh, no».
   Se alejó y la sostuvo de los hombros. Debajo de las flores doradas, lágrimas rápidas se deslizaban por sus ahora sonrosadas mejillas.

   Él tomó su mejilla, con su dedo corrió algunas lágrimas, para que otras se detengan sobre este.

– No quiero seguir con esto, Sans– gimoteó. Él la miraba expectante, de verdad estaba cansada. No. No era eso. – Sans... T-tengo miedo–.

   El contrario se sorprendió, pero aún así la siguió sosteniendo.

– Tengo miedo... De que... Alg-gún día despierte, y no estés a mi lado.– Él la miró, intentando retener esas lágrimas de cualquier manera.

– Ya, dulzura, siempre estaré a tu lado.– Le ofreció una cálida sonrisa, aunque ella no pueda verle.

– ¡Júramelo! ¡Júrame que nunca te apartarás de mí! Por favor...– Gritó la jovencita, una cascada cubría la parte inferior de su rostro. Apenas pudo pronunciar esas palabras, el contrario la abrazó con demasiada fuerza.

– Lo prometo, dulzura.– Le otorgó un suave beso en los labios. – Con toda mi alma.

   Ella sólo rompió en llanto, abrazando al esqueleto, mientras que las flores azules capturaban el momento con sus pétalos.

42 flores.

– ... ¿Sans?– Su voz apenas hacía el esfuerzo para ser escuchada. Pobre flor.

– Aquí estoy, ¿Qué necesitas? ¿Quieres algo?– se apresuró a ella, tomándole con más fuerza su mano para hacerse notar.

– Sans...– ella largó una débil sonrisa en dirección del esqueleto. Éste soltó unas lágrimas rojas que no alcanzaron el rostro de la fémina.

– ¿Si, dulzura?– Con su mano libre de sacó de una pasada esas gotas en su rostro. Debía ser fuerte.

– Quiero... Ver las flores doradas. Tocarlas. Por favor...– Si hacía más esfuerzo se iba a romper en pedacitos, y él lo iba a evitar.

– Las flores... ¡S-sí! ¡Las flores! ¡Allá vamos.– con toda la delicadeza que tuvo tomó el cuerpo femenino a modo de princesa mientras iba lo más rápido posible en dirección a Asgore.

   Varios monstruos se interpusieron en su caso, más el los ignoraba.
   Ya en la sala del trono vacía se arrodilló sobre la cama de flores y dejó a la contraria de modo que su rostro sea iluminado por las luces que se filtraban del techo.

– Ah... Qué bonitas son...–.

– Sí... Pero no tanto como tú.– El esqueletín se recostó a su lado, tomándole la mano.

   Ella soltó una risa débil. Su cuerpo no ofrecía más.
   Volteó su rostro en dirección de Sans, y, con su último aliento, dijo:

– Te amo, Sans–.

– Yo también, dulzura.– Y, como si todo fuera un sueño, le regaló un último beso en su mejilla, acompañado de rojas lágrimas.

50 flores.

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– Oye, Sans, la barrera ya fue destruida, ¡Somos libres! Como tú querías.– «Yo no quería esto» Pensó.

67 flores.

– ¡Vamos, Sans! El aire de afuera es tan puro y fresco. ¡Y el sol! Es tan brillante.– «Los únicos soles que me gustan son los de ella».

75 flores.

– ¡Anda, Sans! ¡No te quedes ahí, saco de huesos!–. «...»

82 flores.

–... Frisk hubiera querido que seas feliz en la superficie. Adiós.– La flor se fue, para jamás volver a ser vista.

91 flores.

   Las enredaderas se habrían paso al cuerpo sentado de Sans, y también por la tumba improvisada de la humana, junto con su lápida.

    Un esqueleto volvió de la superficie para administrarle comida, como usualmente lo hacía.

– Hermano... Ven conmigo.– «...» No recibió respuesta.

   Por eso soltó un suspiro cansado, se despidió con la mano y volvió a la superficie.

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   El esqueleto, apenas consiguiendo moverse por las enredaderas, dirigió su mano a su abrigo, donde aguardaba un afilado cuchillo. Este lo tomó en lágrimas, dirigió una última vez la mirada a la lápida.

   Frisk [D××××××]
   20××-20××

   Dirigió su vista, una vez más, al arma en su mano. Éste sonrió, aún con lágrimas recorriendo sus “mejillas”.

– Je... Siempre juntos, ¿No?– Y su alma se quebró, dejando polvo al lado de la tumba de la humana que los salvó a todos.

When she gone. | FlowerFell | UT Au | One shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora