PARTE ÚNICA.

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No es ninguna aberración sexual

Pero me gusta verte andar en cueros.

¿Será porque no me gusta la tapicería?

Que creo que tu desnudez es tu mejor lencería.

Hyukjae sonrió desde su lugar recargado en el marco de la puerta de aquella habitación de hotel. La silueta desnuda de Donghae relucía delante del resplandor anaranjado del atardecer.

Era su aniversario de bodas número quince y después de ajustar sus vacaciones de trabajo para la misma fecha, había organizado un viaje romántico por Grecia.

Hyukjae admiró la silueta desnuda de la persona que más amaba en el mundo, con quien se había casado hacía quince años mientras comenzaban sus veintes y ambos aún estudiaban.

El juez federal sonrió al recordar cómo le había pedido a su mejor amigo su mano en matrimonio en una cena sencilla en el techo del edificio de dormitorios de la universidad donde estudiaba leyes.

Sus familias no estaban de acuerdo, pero no les importó; ambos se casaron en un pequeño juzgado en Seúl, un sábado por la tarde en compañía de sus amigos. Hyukjae aún recuerda la enorme sonrisa de Donghae antes de que lo besara después de haber firmado el acta que los declaraba legalmente como esposos.

No revelaron a sus familias de tan importante acontecimiento hasta el día de su graduación cuando ambos se tomaron fotografías mostrando orgullosos aquellos títulos universitarios en Derecho e Ingeniería Civil, con las dos bandas plateadas reluciendo gracias al destello de luz de la cámara.

Ambos perderían la relación con sus familias aquella semana al estos indignarse al saber cómo sus dos hijos se habían casado en secreto tres años atrás.

Hyukjae aún recuerda haber ayudado a Donghae a sacar sus pertenencias de la casa de sus padres para después meterlas en su destartalado Honda de color rojo. Ambos vivieron en un pequeño apartamento de una recámara alrededor de tres años mientras juntaban sus dos sueldos y lograban comprar la que aún ahora seguía siendo su hogar; una bonita propiedad en un bonito vecindario en Seúl, con dos plantas, dos recámaras, un estudio, un salón y una cocina amplia con superficies de granito azul y un pequeño cuarto de lavado, así como un bello jardín en donde a Donghae le gustaba practicar la jardinería.

Hyukjae sonrió de nuevo, recordando todos los momentos dulces y agridulces que había pasado junto a Donghae en estos quince años junto a él.

Donghae dio un pequeño saltito, sobresaltado gracias a los brazos de su marido colándose en su cintura, pegando su cuerpo desnudo contra el de él.

-Creí que estabas en la ducha. –

-Ya he terminado. ¿Qué es en lo que estabas pensando aquí frente al atardecer? -susurró Hyukjae contra el cuello de Donghae.

Donghae se giró un poco y fijó su mirada en la de Hyukjae.

-En cuánto te amo. –

La clásica sonrisa de encías de Hyukjae se hizo presente mientras soltaba su cadera y lo volteaba, pegando sus pechos desnudos el uno contra el otro mientras le acariciaba el rostro.

-Realmente soy tan afortunado... -susurró Hyukjae, mirando cada una de las facciones de Donghae.

Donghae se ruborizó y giró su mirada de nuevo hacia el atardecer, avergonzado.

Hyukjae lo giró de nuevo hacia él y juntó sus labios.

Se besaron con cariño y ternura por algunos minutos, al menos hasta que Donghae se separó de su marido.

DESNUDO | EUNHAE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora