Capitulo Unico

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El sol de media tarde trataba de mantener su presencia, su luz y calidez se veían comprometidas a causa del  cielo parcialmente nublado en donde navegaba. Y es que no era la única batalla que libraba el astro rey, también se enfrentaba al cambio de estación, cuya transición había iniciado hacía algunos días, alcanzando su pico más alto en ese momento.

El fresco y nostálgico otoño ya se había despedido dejando en su lugar al cruel e inclemente invierno.

Y es que especialmente en esta región se percibía más la entrada del invierno ya que era el punto más alejado del país de la tierra, pues se localizaba en el extremo norte, colindando casi con el polo terrestre.

El descenso en la temperatura era incuestionable, pues la diferencia entre los grados, se percibía en el entorno. Con toda certeza todo animal estaría protegiéndose en sus madrigueras, en tanto que todo ser humano estaría tomando medidas contra el frío, tanto en su hogar como si va a salir al exterior.

Si este clima imbatible azotara otros distritos del país de la tierra, con seguridad toda vegetación sería abatida sin misericordia alguna. Sin embargo, en esta provincia  abundaban las arboladas, llenos de altos y frondosos abetos y pinos, alineados como pilares verdes oscuro resistiendo sobre el suelo que asemejaba a un tablero ajedrez rocoso.

Estos bosques ostentaba la fama de ser los más vastos. Aunque por lo común al lado de estos se localizaba un sendero campestre, adecuándose al terreno pedregoso.

En uno de estos parajes, silvestres y polvoroso, cierto número de aldeanos, entre niños y adultos, caminaban felizmente, ataviados con largos sacos y pantalones de lana. Transitaban a pie, cargando varias bolsas de tela abarrotadas de víveres, presumiblemente recién comprados en el lejano pueblo vecino. Todas eran provisiones para aguantar este tiempo duro. Y es que en esta región, se conectaban tres pueblos, sin embargo las distancias que los separaban eran considerables largas, así que los que más inteligente era acumular el suficiente alimento con el propósito de no viajar en medio de la alguna tormenta de nieve.

En ese preciso instante un grupo de civiles miraron con cierta curiosidad a dos jóvenes, que llevaban al hombro grandes mochilas abultadas, los cuales discutían al borde del camino, a juzgar por su ubicación venían saliendo del bosque y apenas estaban incorporándose a la senda. A primera vista se destacaba que uno de los muchachos, el de cabello rubio alborotado, traía una bandana de Konoha, así que seguro era ninja; mientras el otro chico, de pelo oscuro y cuyo peinado asemejaba la cresta de un halcón, y su aspecto se podría comparar a la de un vagabundo, pues vestía ropas desgastadas pero con aspecto abrigado. Aunque lo que más les desconcertó a los peatones, acerca de ese par de personajes, fue que el ninja de Konoha solo traía una chaqueta negra que, presumiblemente estaba hecha de tela delgada completamente inadecuada para el actual clima, tal vez por ello, el joven se abrazaba a si mismo.

Ajenos a las habladurías, Naruto tiritaba de frío, no esperaba que la transición de otoño a invierno tuviera estos devastadores y gélidos efectos, y para empeorar las circunstancias: no traiga consigo un abrigo extra que pudiera usar. Solo traía encima su pantalón naranja distintivo y una chaqueta de manga larga, negra tipo escolar, con un cierre naranja en medio de la prenda, sin olvidar la bufanda verde que Kushina le tejió antes de morir. Pese a que tuviera ropa resguardando totalmente sus extremidades, seguía sufriendo a causa de las bajas temperaturas.

Subió en su totalidad la cierre de su chaqueta, con la finalidad de proteger el cuello, afirmando la bufanda a fin de que la nariz estuviera cubierta. Comenzando a calentar sus manos con el mismo vaho que energía de la boca.

Al lado del rubio, estaba Sasuke observándolo tranquilamente, él no padecía de ningún inconveniente, puesto que una banda larga de color azul envolvía varias veces su cabeza, preservando su temperatura física. Y es que era cierto ese adagio viejo donde se argumentaba que si la cabeza y los pies estaban abrigados, no se escaparía el calor corporal. Asimismo su gran poncho marrón cubría su área pectoral, además vestía también ropa de manga larga.

El ponchoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora