Si ayer no me suicide, fue por cobarde.

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A veces en las noches, no siempre consecutivas, me atacan pensamientos tristes, voces ocultas en mi mente que me incitan a terminar con el sufrimiento que me provoca levantarme a diario y vivir mi vida, sin embargo, una vez pongo el nudo en la viga del techo, la cobardía me gana y no puedo colgarme, incluso he dejado las pastillas para dormir sobre la mesa, pero el temor a no saber qué es lo que hay más allá de esto, me impide terminar con este suplicio que es llamado vida. Desde que tengo uso de razón las voces me instan y al levantarme, solo maldigo a la cobardía que me salva de la muerte que llevo deseando desde los doce. 

Relatos de un viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora