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¿Cómo se había atrevido a declararse de esa forma? ¿¡Cómo había podido ser tan idiota y arruinarlo!? No se suponía debía ser así, no se suponía que Mirio se diera cuenta de eso, pero ahora no había vuelta atrás, lo había arruinado y por su propia voz se había enterado de que se gustaba de él.
¿Qué pensaba Mirio al respecto? ¿Repulsión? ¿Pena? ¿Confusión?

—Tamaki... —Pronunció el rubio sin saber que decir exactamente. No había manera de saberlo, menos si el rubio, con esos extravagantes ojos lo miraba sin decir una sola palabra, esa vez no podía interpretar nada, absolutamente nada, era como si ambos hubieran construido una sólida e impenetrable pared entre ambos. El silencio era lo único que reinaba, junto a los latidos acelerados de Tamaki, la incomodidad de Midoriya, la confusión de Togata y la sorpresa de Nejire.

—¡Escucha! —Exclamó. Los nervios aún le invadían, pero en el fondo de su corazón, no quería ser rechazado sin luchar, simplemente no podía aceptarlo. —Seré yo quien se coma al sol, así que prepárate, Mirio. —Firme, ese era un Tamaki firme y decidido, que con esa advertencia hecha, se dió la vuelta y se marchó sin bajar siquiera la mirada o la cabeza.

Los espectadores se quedaron en silencio, Nejire optó por ir detrás de su amigo, en cuanto a Lemillion, él se quedó viendo por donde se había ido el pelinegro. Amajiki una vez que se perdió de su vista, se desplomó.
Cuando Nejire llegó a donde estaba Suneater, se sentó a su lado, sus cabellos largos y celestes cubrían su cuerpo casi por completo, incluso llegaban al suelo, sus labios dibujaban una amplia sonrisa, una sonrisa que delataba toda su emoción ¡Jamás había visto a su amigo tan decidido!

—¡Amajiki! ¿Qué fue todo eso? —Cuestionó.

—N-no lo sé. —Sus mejillas estaban teñidas de un bello e inocente color rosado, su delgado cuerpo temblaba, sentía que perdía el equilibrio, aún si estaba sentado abrazado a sus piernas. —¿Qué voy a hacer, Hadō? —Y si, el Tamaki de siempre regresó en si y deprimido, escondió su rostro entre sus rodillas. —Le declare la guerra a Midoriya y a Mirio... ¿¡Cómo lo veré de nuevo después de esto!? —En verdad desea llorar en ese instante y encerrarse por siempre en su habitación.

—¡Cómo siempre! —Dijo la peliazul intentando con todo el ánimo desbordar por  su voz. —Ya hiciste lo más difícil, sólo deberías conquistarlo ¿No te parece? ¡Además eres tú, seguro Mirio caería rendido a tus pies!

—¿De qué hablas? Mirio... Él nunca se fijaría en mí. —Suspiró. —Es tan radiante, cálido, gentil ¡Es mejor que el astro rey! Yo a su lado, soy como una insignificante estrella, una más del montón. Nunca tuve oportunidad, nunca la tendré, tiene mejores prospectos, él es popular y hay muchas chicas detrás de él, chicas bonitas ¿Por qué se fijaría en mí? No soy... No soy nadie. —Hubiera continuado hablando mal de sí mismo de no ser por el grito de la chica.

—¡AMAJIKI! —Hadō tenía el ceño fruncido. —Tienes razón, Togata tiene muchas chicas guapas esperando por él, pero sólo tiene un Tamaki que ha estado con él desde niños y quién lo conoce mejor que nadie. No eres una estrella, eres un hoyo negro, el hoyo que se comerá al sol ¡Tú eres Suneater! —Cuando terminó de decir eso, la chica alzó los brazos y sonrió con dulzura, aunque sólo duró unos segundos esa pose.

—... —Sacó su cabeza de su escondite. Amajiki miraba a su amiga y su sonrisa le brindó confianza. —Tienes razón, yo debo enamorar a Mirio ¿Pero cómo voy a superar a Midoriya?

—¡Oye, quién hace las preguntas soy yo! —Su reclamo fue una broma. —Dando el primer paso.

...

Durante el resto de día, Nejire y Tamaki estuvieron planeando el como conquistar a Lemillion, así que habían estado juntos encerrados en el cuarto del chico.
A la mañana siguiente, como todos los días entre semana, ya estaban yendo a clases, Tamaki y Nejire iban juntos, fue cuando lograron encontrar a Togata, quién parecía tener el ánimo de siempre.

—¡Buenos días, Togata! —Dijo Nejire.

—Buenos días, Mirio... —Ese fue Tamaki. Se sentía tímido por lo que pasó el día anterior, pero aún así reunió toda la valentía que pudo para poder hablar.

—¡Buenos días chicos! —Respondió el rubio con esa sonrisa que le robaba las ideas al pelinegro ¿Acaso es posible que siempre le ocurra lo mismo? Sí, así es, pero a Tamaki no le desagrada, es más, le gusta, no, le encanta.

—¡Estoy muy emocionada! ¿Creen que los profesores nos dejen hacer eso? —La chica había tomado uno de los brazos de cada uno de sus amigos y así, los tres caminaban juntos.

—Ah... —Ese tema le resulta deprimente. —No quiero, llamaremos mucho la atención y no quiero miradas.

—¡Eso es imposible, Tamaki! —Rió el rubio. —Ya estamos condenados desde que somos los "tres grandes".

—Es cierto. —Dijo Nejire. —Pero seguro tú estás contento, Togata ¡Muchos confían en ti!

—Hadō tiene razón... Iluminas demasiado. —Tanto hasta para su propio gusto, eso ocasiona que otros se fijen en él y le den más competencia al pobre de Tamaki.

—¿Eso creen? Pienso que soy bastante normal ¡Hasta los niños de la clase 1-A son más populares!

—¿Hablas de Todoroki-kun o Bakugō-kun? ¡Ellos sí que son populares! Claro, también está Midoriya-kun y los otros... —Justo cuando mencionó el nombre de aquel pecoso, Nejire miró a su amigo, se había ganado una mirada de disgusto, aunque Mirio no se dió cuenta.

—Kirshima también debería ser popular...

—Seguramente lo es. —agregó Lemillion. —¡Aunque eso no es importante! Hay que apoyarlos para que crezcan también, nos alcancen o incluso nos superen.

—Siempre eres demasiado amable, Mirio.

—Togata siempre es así.

—¿En serio?

Esa charla concluyó en unas buenas risas y otros comentarios divertidos para ellos. Las clases continuaron con normalidad, sus ideas fueron aprobadas por su profesor designado, hasta que la tarde llegó junto a la hora de salida y el almuerzo de muchos. Eso incluía el de ellos tres.

—¡Chicos! —La voz de la peliazul sonaba bastante agotada y atareada. —No podré ir con ustedes, olvidé que me toca hacer limpieza, pero se van a divertir sin mí ¿Verdad, verdad?

—¡Nos divertiremos a nuestra manera! Pero no será lo mismo sin ti. —Dijo el rubio.

—Te traeremos algo cuando regresemos.
—Tamaki atinó a sonreír sutilmente.

Justo cuando Nejire iba a agradecerles, cuando unos chicos de la clase B del último grado, se acercaron para hablarle a Mirio sobre alguna cosa trivial, mientras tanto Nejire aprovecho para darle un suave codazo a Amajiki y guiañarle el ojo. En ese momento el chico entendió las intenciones de ella; intentar marchar con el plan. Tan sólo se encogió de hombros y tomó una gran bocanada de aire para relajarse. Pronto se marchó la chica y los otros, dejando así a Mirio y Tamaki a solas, ambos se fueron caminando y en todo el transcurso, iban riendo y haciendo pequeñas bromas entre ellos. Fueron al setsubon, que ya tenían planeado ir desde hace días debido a que Mejore quería comprar un kimono especial para el próximo Matsuri, claro que, también ellos comprarían uno para ellos porque su plan era ir juntos al próximo de esa forma. Precisamente eso hicieron, cada chico compró el suyo y entre los dos compraron el kimono más hermoso en color blanco que llevaría Nejire. Estuvieron pasando por varios locales, jugando y comiendo, hasta que dió la noche.

—Sobre ayer, por un momento pensé que hablabas en serio, pero luego me di cuenta de que se trataba de una broma ¡Después de todo tú no eres así! —Dijo Mirio riendo algo incómodo y rascando su nuca.

—No es así...

Tamaki guardó silencio...
¿A qué se refería con que él no es así? ¿A qué no es homosexual según él? ¿O que no era capaz de declararse? Eso le hizo sentirse molesto ligeramente, y triste, había arruinado la perspectiva que tenía Mirio sobre él, pero no podía ocultarlo por siempre. Aún así, no sabía que responder, sentía que sus sentimientos querían salir con toda violencia de su boca, como si tuviese mariposas encerradas y ellas desesperadas intentarán salir, si, así era, sus emociones querían salir, querían expresarse sin temor. Tamaki apretó sus manos con fuerza, y en ese instante, alzó su mirada y se clavó en ese par de ojos oscuros que poseía el rubio; los Amajiki se veían aguados por esas lágrimas que amenazaban en salir.

—Es verdad todo lo que te dije. —Mirio sólo lo miraba, sin hacer alguna clase de gesto, en silencio, como si sus cuerdas vocales le fallaran. —A mí tú me gu-gustas...

—Tamaki yo...

—Dejame terminar. —Mirio calló para dejarlo hablar. La respiración del pelinegro se había vuelto pesada y entrecortada, bajó la mirada y nervioso comenzó a jugar con sus manos. —Sé que es extraño, Incluso podría ser repugnante porque somos amigos desde niños y aún así me atreví a enamorarme de ti. —Todo lo decía entre susurros pero el rubio podía escucharlo con claridad. —Yo entenderé que me rechaces, pero no ahora... Por favor, déjame enamorarte, al menos intentarlo. —La sonrisa que se dibujó en los labios del chico fue una bastante dulce, incluso sus mejillas rosadas lo hacían ver más tierno. —Estoy enamorado de ti, Mirio, desde hace mucho tiempo, y no creo tener nunca ojos para nadie más, porque tú eres mi sol. Sé que soy una insignificante estrella y no debería acapararme del sol, pero... Pero, quiero ser egoísta una vez más y tenerte para mí.

Con toda la valentía del mundo que pudo juntar el próximo héroe pro Suneater, unió sus labios en un torpe beso con los del rubio. Ambos sentían la suavidad del otro, sus respiraciones cálidas, y sobre todo, Tamaki sentía que podía volar,  sentía que los dioses estaban de su lado, puesto que podía al fin realizar algo que le era tan anhelado una vez que comenzó su pubertad y se dió cuenta de que estaba enamorado de su mejor amigo. Siempre suplicó en silencio por un beso, que pasará algo más, y aunque claro, Mirio jamás se dió cuenta de eso. Justo ahora era que podía besarle gracias a la valentía que creyó inexistente, se sentía dichoso, pero también abrumado, Mirio no respondía, no hacía nada para apartarlo pero tampoco para alejarlo, eso fue algo que intimidó a Tamaki y le hizo separarse. Tenía la mirada gacha al igual que su cabeza, sus cabellos negros y largos cubrían su campo de visión, y sus pálidas mejillas al fin tomaban color por la inevitable vergüenza que sentía ¡Todo su rostro era un tomate!

—Te entiendo, pero... —Así como comenzó a hablar el rubio, se vieron interrumpidos por dos personas: Kirishima y Midoriya.

Kirishima quien venía en compañía de su amigo pecoso, se acercó corriendo a Tamaki, al cual de inmediato rodeó con ambos brazos para así abrazarlo, su mirada la había dirigido seria y un tanto tosca al rubio, quién desconcertado lo observaba.

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Hasta aquí llegó. Sé que fue corto de nuevo, pero creo que está más interesante.
MUCHAS GRACIAS POR LEER.

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2018 ⏰

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