Los días pasaban en una lentitud cruel y bien dolorosa. Cada minuto que pasaba en esta asquerosa celda me sentía más y más miserable. Si bien había cometido mis errores, quizás lo peores y más atroces que pueden existir en este mundo, pero pagué por ello, me arrepentí y no saben cuanto.
Quizás no merecía ningún perdón de los seres que me rodeaban, quizás debería de haberme quedado solo como el gran estúpido que soy pero aprendí que la vida aunque no lo merezca, te da nuevas oportunidades. No tenía palabras para describir lo tan arrepentido que estaba, lo único que podía hacer era pedir perdón a cada uno de los que les fallé, principalmente a ____Tn y a mis hijas.
Ellas tres, eran ni motivo para seguir adelante, eran la luz de mi vida, las que me ayudaron a salir de esa tiniebla obscura que me estaba envolviendo mi ser y que me había hecho el hombre mas asqueroso del mundo.
Cuando __Tn volvió conmigo, no lo creía. Me sentía el ser más dichoso y afortunado de este mundo, era algo que ni me podía creer. Me sentía como tal en un cuento de hadas, no podia asimilar que luego de todo lo que hice y que incluso todo lo que tuve que pasar ella me perdonará, era algo que me hacia mirar al cielo millones de veces y agradecerle al mismísimo Dios por esta nueva oportunidad.
Estaba empezando a creer que la leyenda del hilo rojo que siempre le mencionaba era cierta, por más bobo que suene.
Pero como la vida era bien cruel conmigo, todo se complica. Sabia que esto sucedería, Joel me había denunciado y todo por dolor, lo sabía, lo entendía porque si fuera el también hubiese hecho lo mismo. Pero a mi me había traicionado, me dolía que estuviera haciendo esto simplemente por su ego herido, no me importaba lo que me estaba sucediendo ahora porque al fin y al cabo lo merecia, lo que si me angustiaba era ___Tn.
Me daba miedo, mucho miedo que le sucediera algo malo por esta situación. Ella, ni las niñas ni ningún otro que no fuese mi abogado me podían visitar, por orden del juez. No saber nada de ellas me calcomia todo mis adentros. No dejaba de llorar por el simple desespero de estar encerrado en estas cuatro paredes y no saber nada del exterior.
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Estaba sentado en aquel viejo sillón, solo viendo un punto fijo en los barrotes de las celdas. Podía saborear las lagrimas llenas de miseria que bajaban por mi rostro.
Sentía mi pecho punzarme una otra y otra vez, como si fuese una aguja clavándose en mi carne. Tenia un presentimiento, algo que no me dejaba estar tranquilo.
No hacia más que llorar de desesperación, sin importar las burlas de mis compañeros de celda.
Hasta que de pronto veo a Licenciado Vazquez pararse frente a la celda, con una gran sonrisa. Lo miro extrañado, y me paro detrás de allí sin ganas, luego de limpiar mis lágrimas con el dorso de mi mano.
—Te tengo buenas noticias, Erick.
Lo miro aun extrañado esperando su respuesta.
—Diga.
—Logre sacarte de aquí, eres libre Erick.
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Aww mis niñas, me van a matar porque las tengo súper abandonadas. El trabajo y la universidad me tienen bloqueada totalmente, pero esta semana la tendré libre de clases y planeo subir los capítulos que faltan para finalizar la historia, no es algo que deseé pero bueno 😪
