Aún recuerdo la primera vez en la cual nos conocimos, en aquella fría noche de luna llena. Estaba lloviendo a cantaros y yo solo observaba la lluvia a través de mi ventana mientras reflexionaba sobre la vida... En aquellos días yo era una persona inocente y tu demasiado hermosa... Solíamos conversar hasta la madrugada sobre música, vídeo juegos, películas, entre muchas otras cosas que nos gustaban a ambos, siempre hablábamos de noche, sobre todo cuando la luna brillaba en su máximo resplandor, ya que nos hacía creer que ella nos conectaba...
Recuerdo también como te gustaba hablar del futuro, sobre todo como todo estaba predestinado y reflexionar sobre el propósito de nuestras vidas... Adoraba tu presencia, compañía, el tiempo que me dabas y lo espacial que me hacías sentir... A pesar de la maldita distancia que nos separaba nunca me dejaste solo, siempre estuviste en los malos momentos iluminándome con tu reluciente sonrisa...
Recuerdo también nuestras constantes discusiones a causa de mi ocupada rutina de vida la cual con el paso del tiempo nos alejaba lentamente... Nuestras conversaciones ya no eran tan fluidas y yo aprendí de forma empírica lo injusta que era la vida... Conocí el lado malvado de los humanos, mientras más aprendía de ellos, más me decepcionaba y cada vez más me alejaba de todo... Sin darme cuenta me aleje de ti... Lo cual me provoco un vacío enorme, provocando que lentamente mis sentimientos se consumieran...
Pero... a pesar de todos mis errores y malas decisiones, aún me sigues iluminando en el camino de vuelta a casa, acompañado sin pedir nada a cambio, vigilando en las noches más oscuras... Pero lo más importante... Aún sigues brillando de la misma forma como en el día que te conocí...