Siempre he presentado problemas para empezar mis textos, en general, en todo. Es como esa vez que no sabías como comenzar diciendo lo que ya era obvio, sin embargo, me encantaría que esta vez fuera así.
No pretendo contar esto para disimular mi error, o para justificarlo. Espero contar esto para justificarme. Para justificar mi vida y lo que soy ahora. Para mi infortunio, nunca decidí elegir una vida, la vida eligió por mí.
Digamos que esto empieza cuando tenía 4 años, tal vez 3. Esa etapa donde cada niño es capaz de elegir como empezará a vivir, es estúpido pensar que alguien de 3 o 4 años es capaz de elegir, pero pasa. A mis 3 o 4 años de vida inicie mi vida escolar, recuerdo el primer día como una de las peores experiencias de mi vida; acá es cuando muchos piensan y se ríen porque creen que fue malo por el colegio, ojala hubiera sido malo por eso.
Desde ese día estuve predispuesta a todo, ocho horas de estudio de las cuales 6 o7 estuve llorando. Mis padres dicen que es algo normal, pero no recuerdo a nadie más llorando aquel día. Sin embargo, para cualquier persona esta situación pasaría de largo, para mí no. Mi vida ha sido una serie de sucesos que, quiera o no, se relacionan directamente con ese día. No soy capaz de alejarme de las personas, especialmente de las personas que quiero.
Cuando digo que mi vida se basa en sucesos relacionados a ese, me refiero a cada vez que mi vida ha tenido un cambio significativo, con 16 años se podría decir que son cambios de colegios o ambientes lo cuales suponen conocer nuevas personas. No soy abierta a conocer a nadie, especialmente porque nunca he sido abierta para conocerme a mí. Por esto, se podría decir que nunca he amado, porque no se el significado de esa palabra, “amar”.
No pretendo contar toda mi vida, serían incontables páginas donde describo progresivamente mi tristeza y como esta aumenta cada día. No soy una persona feliz, fuerte o decidida a hacer algo, es más, no soy una persona muy astuta al hacer las cosas, simplemente hago algo y en la mayoría de los casos, afortunadamente, salen medianamente bien. Nos soy capaz de decidir objetivamente porque siempre pienso en como las demás personas se ven afectadas por ello. Me encanta ver los pequeños detalles de la vida, porque sin ellos no habría que admirar. Puedo llorar seis días consecutivos, y para el séptimo aún tendré mil razones más para continuar llorando. Me refugio en el arte porque es el único lugar donde puedo sentir lo que sería vivir. Solo me he enamorado una vez en la vida, y aún está presente. Me encantan los días grises y oscuros, porque no los veo como días tristes. Detesto cuando dos copas de vidrio chocan entre sí. Tengo un oído que solo me ha permitido escuchar con más claridad desgracias.
Probablemente nada de lo que haya escrito antes tenga demasiado sentido, o no a simple vista. Es por eso que amo los detalles, porque son los culpables de darle sentido a algo, de unir cosas.
No me permito con facilidad mirar lo que ya paso, pero esta vez era necesario, necesitaba que alguien escuchara indirectamente lo poco que soy capaz de contar, como dije al principio, con esto no pretendo justificar mis errores, pretendo justificarme y entenderme un poco.
Estoy en la capacidad de tomar todo lo que quiera en una vida que no fui capaz de escoger, por eso escojo este lienzo en blanco, el lienzo de un escritor, y me tomo la molestia de escoger, por un momento, lo que en realidad soy. (Sé que entenderás esta frase porque es un juego de palabras)