𝙾𝙽𝙴

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31 de diciembre de 1976

Ella camina por las frías calles de Gotham agarrándose su abrigo con fuerza, tratando de mantenerlo cerrado y caliente hasta llegar a un sitio resguardado. No puede volver a casa, eso lo sabe bien, pero tampoco puede gastar dinero. Su esperanza de mantenerse caliente reside en encontrar a un hombre lo bastante tonto como para invitarle a una bebida en un bar. 

Normalmente se quedaría en el barrio, pero es nochevieja, la fiesta está en el barrio rico y a estas alturas de la noche no será difícil que un ricachón borracho le invite a una copa y trate de robarle un beso cuando suenen las 12.

- Esos estúpidos besos de año nuevo.

Reafirma su agarre en el abrigo y camina más rápido hacia la zona adinerada de la ciudad, tiene que darse prisa, ya son las diez y media.

A medida que va avanzando se empiezan  ver las discotecas llenas de gente, las terrazas vacías por culpa del frío. En la calle no hay gente más allá de los pocos que se atreven a salir a fumar con el frio que hace. 

No sabe que local elegir, están todos rebosantes, demasiada gente para ella. Es un agobio. 

Entonces lo ve. Ve la limusina parar en la entrada de uno de los edificios mas importantes de la ciudad, Industrias Wayne. Ese es su destino final.

- No puedo entrar así vestida...- Lleva unos vaqueros de campana bastante manchados por el suelo húmedo y sus deportivas están más negras que blancas, por no hablar de que la chaqueta que lleva puesta ni siquiera es suya. 

Retrocede menos de media manzana hasta llegar a una de las discotecas, la única sin portero. Entra tratando de no ser muy cantosa y busca acercarse al guardarropas, si tiene mucha suerte estará en el baño y sino será hombre. 

Los hombres para ella nunca han sido complicados.

Cuando ve la ventanilla vacía sonríe de oreja a oreja. Entra por la puerta que está justo al lado de la ventanilla y empieza a mirar la ropa que hay  colgada de los percheros, también la de objetos perdidos.

- ¡Hey, tú! - Por un momento se tensa, la voz suena tras ella. Se gira y ve a un chico acompañado de dos chicas rubias. Los tres bastante colocados como para darse cuenta de que ella no trabaja ahí.- Guárdame esto, guapa. - El chico tiende las chaquetas de sus acompañantes y la suya propia.

- Por supuesto - Les cuelga una de las etiquetas numéricas y le da la copia al chico con una sonrisa de oreja a oreja.- Pasad una buena noche. 

- ¡Tu también, preciosa!- El muchacho se va con una sonrisa rodeando a las dos rubias por los hombros, una en cada brazo. 

Ella continúa a su labor, buscando algo que sustituya su ropa. Recoge una chaqueta de cuero negra, abombada y un poco grande para ella. En la caja de objetos perdidos hay un vestido rojo de una tela algo plástica. En seguida lo coge y lo apoya en su brazo. Recoge también unas botas negras de la caja.

- ¿Cómo puede perder ropa la gente estando de fiesta?-  Lo piensa mientras sale de la pequeña  sala y se dirige a los baños del local. Allí la recibe una humareda con olor entre tabaco, maría y perfume barato. En seguida se mete a uno de los cubículos y se cambia de ropa.

La suya la deja ahí tirada, no hay mucho que perder en esas prendas. 

Sale del cubículo guardándose la cartera en el bolsillo de la chaqueta junto a las llaves de su casa. Se acerca al espejo de los lavabos y se mira el pelo, se lo acomoda, busca como hacer que parezca algo más elegante.

No sabe como hacerlo.

- ¿Qué te pasa, preciosa?¿Quieres impresionar a un chico? - Le habla una chica pelirroja con una sonrisa amable.- ¿Cómo te llamas?

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓  [#D2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora