Reunión de trabajo

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-Entonces – dijo Kardia repasando las tareas que le había encomendado en cinco minutos y alzando un dedo por cada una - voy a necesitar que hables con el editor en jefe y programes una cita para discutir el nuevo proyecto, que reprogrames la cita con la editorial "Elysion", que me consigas una corbata roja... - Kardia hizo un giro de 180º mientras caminaba por delante, entre los cubículos de los demás empleados y le apuntó con el índice - ...y me traigas mi café matutino – volvió a girar para seguir su camino, perdiéndose en su oficina.

Dégel frenó, deslizó sus anteojos con un dedo por el puente de la nariz, arqueó una ceja observando como su jefe se encerraba en su oficina, volvió a subirse los anteojos y suspirando resignado marchó a hacer lo que le habían pedido.

Cuando se había postulado para el cargo de asistente de editor, no había pensado en que podía llegar a tocarle un déspota como jefe, que hacía y deshacía sus horarios a gusto y piacere, que incluso había llegado a llamarlo "cariño" un par de veces (sí, solía pensar en esos minutos de ocio al lado de la fotocopiadora, que alguien debería avisarle a Kardia que eso podía llegar a ser considerado acoso laboral).

Abrió la puerta en el momento justo en que Kardia dejaba su birome dentro del lapicero con forma de manzana y se cruzaba de brazos apoyándose en el respaldar de su silla (giratoria de déspota).

Hizo caso omiso a la mirada de satisfacción que Kardia le dedicaba y cerró la puerta con un pie antes de caminar hacia el escritorio y entregarle su café (que de café no tenía nada en realidad).

-Apple frappuccino... - le entregó el vaso de plástico - La cita con la gente... - comenzó a decir mientras alzaba la vista del vaso de plástico y vio a Kardia que se había puesto a jugar con la pajita sorbiendo la capa de hielo de arriba. Dégel a veces pensaba que estaba tratando con un nene híper desarrollado. Carraspeó para hacer que Kardia dejara de jugar y le prestara atención – La cita con la gente de "Elysion" fue reprogramada para mañana a las 11 de la mañana, el director en jefe... - Kardia hizo ruido con la pajita al sorber en el vacío y Dégel puso los ojos en blanco antes de retomar el hilo - ...el editor en jefe dice que muevas el culo y no me mandés a mi si querés hablar con él... - Kardia alzó las cejas y abrió los ojos, la pajita aún entre sus labios, denotando sorpresa: no se esperaba esas palabras de Dégel – Fue textual de Manigoldo... - y se encogió de hombros.

Oh, bueno, del italiano ese se podía esperar cualquier cosa, pensó Kardia tirando el vaso de plástico de su Apple frappuccino en el cesto al lado de su escritorio (gigante de déspota).

-Muy bien... - Kardia apoyó sus brazos en los apoyabrazos de la silla y tomó el borde del escritorio para acercarse. Apoyó sus codos sobre el vidrio del mueble y entrelazó sus dedos, dejando descansar su mentón sobre ellos – Pero falta mi corbata roja...

-Oh, sí... - Dégel se llevó una mano a la frente como si se hubiera olvidado de algo. Metió una mano en el bolsillo delantero del chaleco cruzado que llevaba puesto y le entregó un paquetito delicadamente envuelto a Kardia. Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Bajó el picaporte y se giró para mirar a su jefe (déspota) – No había más "rojo manzana" y tuve que comprar "rojo Ferrari" – mientras cerraba la puerta tras de sí.

-No, no, dejá la puerta abierta – y Dégel abrió la puerta de par en par.

Y ahí se iba Dégel, contoneando las caderas, que en realidad era más bien una forma de decir, pero, ¡mierda! que a Kardia le gustaba ver como ese culo iba de acá para allá con ese cabello larguísimo acariciándole la base de la espalda. Y pensar que a punto había estado de contratar a una pechugona de tetas grandes. Menos mal que la mujer tuvo que declinar la oferta por cosas del destino (y no, la mirada de depredador de Kardia, esta vez, no había tenido nada que ver), porque, ¡claro!, quién se resiste a contratar a alguien con el brillante curriculum de Dégel y que encima cuenta con un culo tan apetecible como una perfecta manzana. Él, de seguro que no.

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