⚫Mini cornamenta ⚫

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¿Porque a esa hora? ¿Porque no podía esperar hasta que amanezca?
Sin ninguna duda mi pequeño ciervo quería hacer las cosas a su manera.
Lily se levanto gritando y yo me sobresalte al pensar que algún mortifago la podía estar torturando. Gire mi rostro y la encontré completamente roja del dolor. El parto sería en minutos. En minutos mi pequeño niño vendría a este mundo...No soporte tan emoción y lloré mientras mi esposa me miraba con unas ganas enormes de arrancarme la cabeza.

-¡¿Porque diablos no me llevas a San Mungo?!-me grito sin perder la hermosa dulzura que la caracterizaba-. ¡¿Es que acaso te has vuelto loco, no ves que estoy con dolores de parto?!

La mire a los ojos y más lágrimas se me deslizaban por las mejillas.

-¡James! ¡Maldita sea!

Salí de la cama y busque la pañalera que hace unos  días habíamos preparado por si nuestro pequeño se adelantaba.

-Mi amor..¿Debo llamar a Sirius?-le pregunté-. El será el padrino y debe estar presente para su nacimiento.

-¡Solo llevame a San Mungo!-volvió a gritar mientras respiraba con profundidad.

La mire por algunos segundos. No sabía que hacer. ¿Debería llevarla a San Mungo y luego llamar a Sirius? O ¿Llamar primero a Sirius y luego llevarla a San Mungo?

Hice lo que mi corazón me dijo.

Llamé a Sirius

Mi amigo demoró un minuto en llegar. El estaba igual de nervioso que yo y no era para menos ¡Harry nacería en minutos!

-¡James, si no me llevas a San Mungo, juro por tu maldito cuello que te arrepentirás!-grito mi hermosa y dulce esposa

Seamos sinceros cuernitos, Lily parecía un dragón en ese entonces ”

¿Quien está narrando tu o yo?

Sorry, continúa”

Cogí la pañalera y salí a toda velocidad con Sirius. Bajamos las escaleras y antes de salir por la puerta nos dimos cuenta que algo nos faltaba.

-¡Par de idiotas, la mujer embarazada soy yo!-grito Lily desde el dormitorio.

Volvimos a subir a toda velocidad.

-Es tarde-dijo Sirius-. Lamento decir que Lily  tendrá  que parir aquí.

¿Que podíamos hacer? Si la llevábamos a San Mungo, Harry nacería por los corredores. En ese lugar se tenía que hacer mucho trámite y ya eran las tres de la madrugada.

-Hay que llamar a lunático-dije todo alterado-. El puede ayudarnos con el parto.

-Si, hay que llamar a lunático-Sirius cogió su varita y conjuro su patronus para mandar un mensaje.

Creí que al venir Remus todo sería más fácil, pero no.
El tampoco sabía nada.

-¡¿Porque esperaron tanto, imbéciles?!-nos grito- ¡¿ Funciona algo mal en sus malditas cabezas?!

-¿Que haremos?-pregunte con los ojos llorosos-. Tengo miedo, no quiero que mi bebé nazca mal.

-Calmate, James-me dijo Sirius. Luego suspiro y amarro su cabello con una liga-. Muy bien, manos a la obra.

El nacimiento de mini cornamentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora