Estoy tan lejos de la línea. Estoy tan hundido en mis pensamientos. Si ella llama, estaré justo ahí.
Mira a tu alrededor. Soy el único que no se ha ido. Estoy justo aquí.
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Un joven entró en un bar, con la cabeza baja, las manos heladas dentro de su chaqueta de cuero negra, el pelo desaliñado y con un caminar pesado y ruidoso.
Era pasada la media noche, el joven se sentó en la barra de ese bar de mala muerte y pidió un tequila al cuadrado. No tenía ningún tiempo que perder, quería escapar y quedar inconsciente lo más rápido que el bartender pudiera servirle alcohol.
Se volvió hacia el resto del lugar dándole la espalda a la barra y con una cerveza en la mano. Casi podía visualizar como había ocurrido todo esa noche, podía visualizar cada uno de los cuerpos en la pista de baile, chocando sus pieles de una manera erotica al compás de la mala música. Más que todo, podía visualizar como todo su ser ya no era nada, como justo ahí donde todo lo que era se había perdido en unos segundos.
Jeon JungKook podía recordar todo a la perfección una semana antes de haberlo perdido todo. Podía recordar con lujo de detalles, como a que hora se levantó el lunes 27 de septiembre; a las tres y media de la mañana.
El pelinegro no era de tener ningún problema con sus siestas, el problema eran unas risas que provenían de la sala de estar de su departamento compartido con su novio. También recordaba cómo se levantó de la cama pesadamente, como abrió la puerta de la habitación y vio a su novio sentado en el sofá con su computador encendido y las luces apagadas. El otro muchacho estaba riendo a carcajadas mientras miraba la pantalla, también tenía sus audífonos puestos y por eso no se dio cuenta de que JungKook lo había encontrado.
Recuerda haberse acercado, haberle arrancado el audífono de la oreja, mirarlo con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados por la luz del computador.
—Ah bebé, lo siento te desperté..—dijo con una sonrisa aún en el rostro.
—Son las putas tres de la mañana, Park JiMin—reclamó el pelinegro—¿Que haces?
—Estoy hablando con NamJoon, dile hola—JiMin levantó el computador y lo puso en su cara, en la pantalla estaba Kim NamJoon, con su sinica e idiota sonrisa. JungKook la detesta desde ese entonces, y ahora aún más.
—Quita eso de aquí—JungKook se apartó de la pantalla—Vamos a dormir, tengo sueño...
—Eres un perezoso—molestó, aún tenía una sonrisa hermosa en sus labios, esos malditos labios—Iré a consolar a JungKookie, buenas noches Nam.
Creo un corazón con sus dedos hacia la pantalla y cortó la llamada para volverse hacia el.
—¿Terminaste con tu amigo?—dijo JungKook cruzándose de brazos—¿Tan divertida era su tarea de cálculo?
