13 De Abril.

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—Sabes, sinceramente esto sí me da miedo. — comentó Elizabeth, recargando sus codos en la mesa de plástico que se encontraba en la planta alta de la cafetería. —Los alumnos sólo lo querían por ser "barco", pasó a todos los que iban a quejarse. Como si nada.

—Vamos, cualquier cosa que llegase a suceder, mi casa está a 10 minutos de aquí. Aunque también yo tengo miedo. — Respondí, con un poco de seguridad en mi voz para calmar los demonios internos con los que luchaba Liz.

Era el día de las elecciones para el nuevo director escolar, todos propusieron al que se enfocaba más en cosas secundarias que en verdaderas problemáticas. Y aunque había un montón de seguridad, ninguna nos sentíamos igual. Tal vez era porque no nos dejaban pasar en frente de el auditorio, que era donde estaba llevándose a cabo la elección. O porque la última vez que escogieron un mal director hubo paro escolar en la mayoría de las escuelas. Cualquier opción era pésima.

—Ven, ya terminaron. Vamos a dar una vuelta por ahí.—Suspiré para después levantarme y tomar mi mochila. —Vamos, no pasa nada. —Reí suavemente, tomando la mano de Liz y alzándola hacia mi.

Entendía que ella no quería levantarse siquiera, pero debía hacer un intento. Me jodía internamente el no hacerlo. Así que proseguí, la tomé de las manos y bajamos las escaleras.

—¿Lo ves? Todos están tranquilos. —Señalé a la gran multitud lanzándose casi en contra de nosotras. Eso nos pasaba por ir en contra sentido.

—Amelia, hay mucha gente. —protestó en mi contra.

—¿Qué querías? Todos los profesores están en ese auditorio aún. —Me defendí. —Aparte, se ve calmado todo.

Comenzamos a caminar sin sentido, para ser sinceros. Dábamos más de 5 vueltas al mismo edificio con tal de gastar toda la energía en exceso que teníamos.

Me encontraba tonteando con Liz, como es usual en ambas hasta que pude ver una figura masculina alta, cabello ondulado revuelto, tez blanca y unas facciones demasiado duras junto con una mirada profunda. Pude sentir dureza en su ser, pero aún así podía sentir de igual manera su ternura. Vi su camisa, corte en v color coral y sus jeans negros. El chico sabía combinar bien su ropa, ya tenía muchos puntos ganados, sumándole que era alto como un maldito rascacielos.

Perdí el aire por unos segundos, hasta que volví en mi. Mi corazón estaba latiendo demasiado fuerte, jamás había sentido tal tambora en mi pecho. Sabía que lo había visto en algún lugar de mi Facebook, pero no lo reconocía.

—Él es mi crush. — Le susurré a Liz.

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