17 de abril.

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Llegué a la escuela como de costumbre, esperando no topármelo.

Gracias a la vida, no me lo topé pero si nos mensajeamos todo el día.

No me cansaba de hablar con él. No podía hacerme la idea de dejarlo de hacer, iba a dolerme demasiado. Una persona como él merece ser presumida en todos lados. Merece todo el amor del jodido universo.

Aunque este día fue un tanto aburrido, le di a entender que ansiaba verlo en persona.

Llegué a ser la persona más tóxica en cuestión de segundos por mi egoísmo de sólo quererlo para mí, pero no quería serlo. Recapacité unos minutos después.

Quería ser la persona que siempre estuviera con él, apoyándolo y dándole todo mi amor. Que en sus noches tristes yo lo alegrara o mejor, ponerme triste con él.

Nos entendimos a la perfección, aún no comprendo cómo fue que sucedió todo. Pero estaba sucediendo y yo estaba disfrutándolo.

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