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-¡Dije que no, demonios!

La cara arrugada del viejo grisáceo se torció aún más en una mueca de suficiencia. Sus ojos, también grises, mostraban una frialdad que no concordaba con su sonrisa. Se encontraba, algo encorvado, sobre el escritorio-cocina, como solía llamarle.

Su escritorio-cocina. El bigote de Saxton se agitó al él dar un golpe en la única parte de la plancha de metal que no le freiría el puño. -¿Sabes lo que es estar aquí? ¿Día tras día? Te vuelves demente, compañero. Te estoy viendo.

Mann no se movió. Detrás suyo, Olivia -aquella chiquilla endemoniada- miraba a Saxton como si ella fuese un gato y él su ratón. Hale hubiese pagado miles de dólares si con ello pudiera darle un puñetazo al viejo, y por consiguiente, a su hija-nieta. Pero se contuvo.

Saxton nunca había sido un hombre demasiado racional. Él era una persona de aventuras, un vaquero de la selva. Aún recordaba aquellos tiempos en los que solía cazar panteras con sus propias manos. En ese momento, hubiese lanzado el respeto por la borda y agarrar a Mann de su flacucho cuello.

El viejo pareció percibir sus intenciones. Algo que molestaba a Saxton de sobremanera era la forma en que los ojos de su "socio" lo miraban y atravesaban. En ocasiones, era como si le leyera el pensamiento. Recurrió nuevamente a todo el autodominio que pudo reunir, y se cruzó de brazos. -Me niego. No abriré ese infierno una vez más.

Hubo un momento de silencio entre ambos. Solo se oía el crepitar de la carne, solo a unos centímetros de donde había estado la mano de Saxton. Hacía bastante, añares, Gray Mann había apoyando sus manos, quedando estas chamuscadas. Saxton se había visto obligado, como él explicó, a anotarlo en su cuaderno especial: "¡Accidentes Divertidos en MÍ oficina!". Estaba justo al lado del "¡Exploté la Luna!". Era una buena colección de anillas.

Mann lo miró fijamente. Había pasado tanto tiempo, y tantas cosas, y el viejo había revivido. Había pasado tanto tiempo, y tantas cosas, y el maldito viejo había revivido. Saxton no lo creía, pero lo veía. De otro modo, ¿Cómo podría Gray Mann estar delante suyo, mirándolo con ojos abrasadores, con la pequeña Olivia?

-Y dígame, señor Hale. -dijo. -¿Planea usted impedirlo?

Su tono rozaba lo fantasmal. Era alguien que volvía de la muerte. Y en verdad lo era. Para ser un hombre de "¡K-booms!", Saxton era práctico. Si no se resolvía con puños, lo era con los codos y rodillas. Y si ello no servía, era con algo contra lo que no podía lidiar.

Esta vez, su enemigo imposible era el negocio del viejo. Y su jefe, indiscutiblemente gris.

-Puedo. Y lo haré. Tendrás que taparle los ojos a Olivia con los órganos que te queden intactos para que no vea lo que te haré. -masculló Saxton, con los nudillos blancos.

Gray Mann río suavemente. -Da la casualidad, señor Hale, que puedo repetir los pasados sucesos. ¿Quiere usted enfrentarse a Olivia? Una pelea limpia, sin trucos ni tretas. Es usted y ella, señor Hale. Usted y ella.

Usted y ella. Eso había dicho el mil veces maldito viejo. Saxton lo recordaba, por supuesto.

—Eres un cuervo sin corazón, Mann. —maldijo, mientras alzaba las manos a modo de derrota.

El viejo lo miró. —Un águila, señor Hale, si no le molesta.

Vaya que le molestaba.

Saxton Hale tomó su sombrero desde el ala ancha y dió un suspiro casi inaudible. Olivia observó sus movimientos, como si lo desease. Si la niña quería algo para cubrir su negra cabellera, no sería él quien se le brindase. Carraspeó y dejó la habitación.

—Y señor Hale. —añadió el viejo a sus espaldas. —No se olvide de esos planos.

El hombre respiró hondo. En ese momento, hubiera agradecido un saco de largas mangas que, aunque tapase su pecho desnudo (desnudo por razones obvias, por supuesto), podría ocultar algún arma, o alguna alarma que pudiese servirle. —No se preocupe, Mann.

»Los tengo.

#1 ¡Él Vuelve! | Fanfic TF2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora