Verano

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"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como sino fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estancado en la mitad del patio".  Julio Cortázar.

Considerando todos los desamores que he tenido, podría comenzar narrando el verano en el que empezó toda esta constante desazón de no sentirme lleno ni acompañado por nadie. Debo confesar que en ese verano no tenía ni la más mínima expectativa en el amor. Cada ruptura  acrecentaba mi desgano ante las relaciones. Claro que, cada cierto tiempo el amor acechaba mi puerta disfrazado de alguna vecina, compañera de clase o amiga cercana, pero en lo que a mí respecta, el amor ocupaba un segundo lugar en mi vida.

Los días transcurrían largamente en el verano, época que para muchos es la felicidad plena. No pretendo ser pesimista, pero ese verano la pasaba fatal. Horas tras horas mirando el techo de mi habitación, pensando, reflexionando que hacer en el transcurso de la temporada más alegre de todas. Pensé seriamente en conseguir un trabajo, ya que, al estar libre en la universidad, podría aprovechar mi tiempo en ganar algo de dinero. Aunque sinceramente sólo lo hacia para mantenerme ocupado. 

Conseguí un trabajo en un Call Center, cerca al Instituto Público de Educación, en el que pasaba horas de horas intentando convencer a personas que no conocía, de comprar un producto que nunca había utilizado, y que tampoco utilizaría, y que conllevaba mucho esfuerzo. Algunas de ellas colgaban el teléfono al identificarme como Agente Vendedor de la empresa, otras sin embargo escuchaban todo lo que les decía y daban la negativa, y otras, las más curiosas, contaban muchos pasajes de su vida debido a que a mi parecer no había nadie más que las escuche.

Al salir del trabajo, transcurría mucha gente por vacaciones entre las calles en los alrededores al Call Center, entre escolares con clases vacacionales, padres ocupados, trabajadores de oficina y demás, así que me distraía viendo la gente pasar, sentado en una banca de parque. No puedo ocultar, que durante mi soledad acrecenté mi gusto por la lectura, pues en el camino hacia el trabajo, leía novelas que en otras ocasiones ni  siquiera hubiera mirado.  Sin embargo, el vacío seguía latente. Caminaba como guiado por el viento o por la simple necesidad de caminar, indiferente al mundo, casi sin pensamientos.

La mayoría de los días del año, transcurren sin ningún acontecimiento importante, día y noche se pasan en un abrir y cerrar de ojos sin que suceda algo realmente interesante. Sin embargo, aquel sábado por la noche, al regresar a casa después del trabajo, me encontré con la sorpresa de una carta en la mesa de noche de mi habitación. Pregunté a mis padres sobre quién la había dejado aquí, y me respondieron que la dejaron bajo la puerta y ellos la pusieron en mi habitación. No suelo recibir cartas, así que me emocionó el hecho de recibir una y que en el sobre que la contenía hubiera escrito con letra color azul: "Para un antiguo amor". 

 El sobre no contenía el remitente, así que me resultó mucho más interesante. Comenzaba saludándome y reprochándome por no haberme acordado de ella en muchos meses, y continuaba con lo siguiente: "El hecho de no saber qué hubiera pasado entre nosotros si continuábamos nuestra relación, mantuvo encendida la llama en mi corazón, continué prestando atención a todos los errores que cometí, evocando el pasado queriendo solucionarlo, y ahora estoy sentada escribiéndote esta carta, imaginando que pensarás cuando la leas, pidiendo verte una vez más y volver estar junto a ti".

Al reverso de la carta había una dirección, fecha y hora: Plaza San Benito, Sábado 16 de Setiembre, 4 pm. Frente a la capilla, en la banca de siempre. 

Recordé que la única persona con la que pase bueno momentos en ese lugar, fue con Gabriela. Aquella chica que conocí en mis primeros meses en el Instituto, y de la que aprendí que enamorarse en cinco días y decir te amo, no era para nada razonable.
Considero que si no hubiera sido por mi inexperiencia y mi tan rápido apego a las personas hubiera funcionado, sin embargo no fue así.
Durante la semana comencé a recordar lo que nos conllevó al fracaso, y no era tan difícil de dilucidar: Infidelidad.
Al recordar aquella noche en que, saliendo de clases, pasé por el Círculo de Empleados de la Policía. Apuré el paso ya que comenzaba a llover, sin embargo a lo lejos logré divisar a una pareja de enamorados que se besaban sin importar la lluvia, hecho que me llamo la atención pero nada más. Cuando llegue al paradero, estaba muy cansado, sólo quería llegar a casa y descansar. Subí en el asiento de adelante y atrás subieron una pareja de enamorados y un señor. El sueño se apoderaba de mi, hasta que un sonido me sacó del trance: "Gabriela, abrázame. Hace mucho frío" Cuando vi por el espejo retrovisor, me di con la sorpresa de que la pareja que había visto hace unos instantes y que ahora mismo veía por el retrovisor era Gabriela y su mejor amigo besándose, ese amigo al que me negó cientos de veces que pudiera suceder algo. Aquel con el que veía en cada foto grupal siempre a su lado. 

Después de esa noche no volví a hablar con Gabriela, por más intento que hizo, no conteste ninguna de sus llamadas o mensajes. Meses después me enteré por un amigo en común que viajo a la ciudad de sus padres. Desde ahí no tuve noticia de ella, y tampoco quería tenerla. Recordar todo aquello aún me estrujaba el corazón.

El sábado estuve ahí a las 4 pm, en el lugar donde ella me citó. La plaza lucía casi llena. Habían muchos niños jugando, gente paseando a sus mascotas, danzantes ensayando en el centro de la plaza. Todo el lugar se veía muy artístico. Esperé cinco minutos más antes de su llegada. Y ahí estaba ella. Tal y como la recordaba. 

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⏰ Last updated: Sep 25, 2019 ⏰

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