Los aromas dulces y puros del bosque denotaban una esencia de calma. El sendero de piedra que recorría las profundidades del abandonado bosque Krankheit parecía no tener fin y el chico que pedaleaba con furia su bicicleta por su superficie tampoco.
Lagrimas bajaban con fiereza por las sucias mejillas del muchacho y sus piernas dolían pues ya llevaba más de treinta minutos pedaleando sin parar. Su camiseta de Alberto Durero estaba empapada de lodo y sus zapatos blancos ya no eran blancos. Horas antes había llovido intensamente.
El sendero mantenía un recorrido serpenteante que partía desde el lindero de la vieja fábrica de cordones McGrath, y mantenía su linealidad a través del bosque hasta llegar a un claro donde antaño se realizaron rituales celtas. Varios círculos de antiguas piedras celtas conocidos como Los Ancestrales de Katmandú aún permanecían de pie, siendo prácticamente inmovibles del claro.
Louis Marine era consciente de ello y era exactamente a ese lugar al que se dirigía. Los Ancestrales de Katmandú eran su templo; su guía; su lugar de calma.
Tenía que aclarar su mente, pensar con claridad y aceptar la realidad que acontecía. La extraña naturaleza de Los Ancestrales de Katmandú ayudaría como siempre lo habían hecho.
Las piernas de Louis Marine ya dolían debido al extenso tiempo que llevaba pedaleando. El sendero parecía no tener fin. El tiempo parecía tampoco tener fin. Louis no sabía si habían pasado dos horas, cuatro o la tarde entera. Solo sabía que la lluvia aun no arreciaría y que no volvería a casa hasta muy llegada la noche.
«Mamá está mal.»
«Yo no puedo estar mal.»
«Esos estúpidos retratos harán que nunca nadie quiera venir a...»
Los pensamientos del chico de pronto se detuvieron al igual que su bicicleta. Las ruedas derraparon en la lisa y húmeda piedra hasta casi chocar con el pequeño objeto causante del frenazo.
-Por Dios –susurró el chico, bajándose de la bicicleta. Se quitó la capucha del suéter al ver que el árbol sobre él cubría la mayor parte del agua, y echó un vistazo; un pequeño pájaro muerto obstruía el paso. De haber continuado, Louis Marine habría caído de la bicicleta. La lluvia permanecía alterando el cielo.
Con suma delicadeza, Louis tomó al frío animal. Su plumaje estaba húmedo. El muchacho buscó marcas en el pájaro pero no tenía ninguna. No parecía haber sido víctima del fuego cruzado de algún cazador ilegal.
-¿Qué te habrá matado, amiguito? –la voz de Louis era sibilante y las lágrimas dejaron de brotar de sus enrojecidos ojos. Los ojos del pájaro relucían sin vida a la luz distorsionada por la lluvia. El ave quizá murió por hipotermia. Quizá por la picadura de algún insecto, o por una enfermedad.
-No fue nada de eso –dijo de pronto una voz de niña. Louis dio un brinco, soltando al ave que chocó con un ruido sordo al suelo, y casi cae al aterrizar. Miró alrededor pero no vio a nadie. La voz parecía haber salido de ninguna parte y a la vez de todos lados. Louis se aterró.
Con suma fiereza, Louis subió a su bicicleta y comenzó a pedalear de nuevo, esquivando en su trayecto al animal muerto. Un leve escalofrió recorrió el cuerpo del chico. La lluvia se hizo más fuerte y una corriente de frio aire comenzó a hacerse presente. Louis se bajó las mangas de la sudadera y se colocó la capucha. Así la lluvia no cesara, Louis pensaba llegar a Los Ancestrales de Katmandú.
El muchacho que seguía adentrándose más y más en el boque parecía no querer detenerse. Pronto llegaría a Los Ancestrales y la silueta que se escondía entre los arbustos no podría volver. Tenía que intentar detenerlo de alguna manera.
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Saga Colegios Mágicos I - Ilvermorny: La Pluma de Snidget (Pausada)
FantasyViviendo en un mundo roto donde la sociedad magica norteamericana avanza por su lado manteniendose la borde del mundo nomaj, un grupo de magos extremistas deciden iniciar el caos en uno de los entes magicos mas importantes de america: el Colegio Ilv...