Conocía de sobra el amargo sabor del desprecio, confiar en alguien era algo difícil a estas alturas porque al fin y al cabo solo era un repulsivo chico que no había hecho nada más que abandonar todo lo que una vez fue importante para él. No merecía sentir el calor de un hogar pues es algo que menospreció tiempo atrás y no hablaba de grandes lujos si no el simple hecho de tener compañía.
Entró en aquella vieja casa abandonada conociendo bien los pasadizos para no caer por la destrozada madera que pisaba, en sus manos la comida que había podido encontrar aún en estado comestible y que gracias a Dios los perros no habían encontrado. El rubio se hizo paso entre unos tablones mal puesto que hacían el trabajo de una puerta.
—Ya llegué chicos, esto es todo lo que pude encontrar —dejó una bolsa con restos de alimentos en una mesa.
Veía a los niños gritar y lanzarse a por la escasa comida, notando de esa manera su estomago rugir demasiado fuerte junto con su boca salivando por el hambre. Se largó de aquel lugar antes de que sus instintos de supervivencia afloraran, pero ver a aquellos niños pasando por lo que él era más doloroso que la propia insaciabilidad. Caminó sin un rumbo certero, pateando las piedras y viendo aquellas personas viviendo sus vidas sin ser conscientes de su suerte, hasta que cayó rendido en un banco a consecuencia del cansancio que le provocaba la falta de alimentos.
¿Cuánto me quedará para poder reunirme contigo?, ¿Es este el castigo que merezco por dejarte ir?
Ya no tengo fuerzas para seguir, quiero rendirme Hyung.
Sus ojos se cerraron despidiéndose por novena vez del mundo, queriendo olvidar así todo lo que un día él fue, pero decepcionandose cuando se volvieron a abrir en otro lugar desconocido.
¿una oficina?.
—Vaya, sigues vivo —pronunció sentado en un cómodo sillón mientras lo observaba.
—-¿Tu de nuevo?...no voy a ser tu asquerosa puta, podías haberme dejado morir —dijo manteniendo aquel odio a pesar del dolor.
El azabache soltó un suspiro para después ofrecerle un pequeño banquete a los ojos de Tae. Este quedó perplejo, analizando con detenimiento todo aquello que jamás soñó probar de nuevo, restándole importancia al pelinegro, trago en seco a causa de la deshidratación que no dejaba preparar su estómago para lo que más tarde vendría.
—Simplemente come, me da igual si después deseas irte —se levantó arreglando los botones de sus muñecas para dirigirse a una nueva reunión.
Esperó a que saliera de la oficina para comer todo lo que Jungkook había comprado para él, mitigando de manera momentánea el mal estar y guardando otras tantas cosas para dárselo a los niños que vivían en aquel cuchitril. Quiso cumplir con lo que su orgullo le dictaba mas no aguantó las ganas de descansar en un lugar blando y caliente. El invierno podía ser realmente duro, ya lo había comprobado lo suficiente.
—-Taehyung, Taehyung —repetía para despertarlo.
Restregando sus ojos se levantó un tanto confuso de la realidad que vivía, pero ahí estaba aquel chico de uniforme completamente pulcro, enfrente suya mostrando una cara soberbia a pesar de que lo tenía absolutamente todo, todo menos algo parecido al amor, ni siquiera el fraternal lo pudo salvar de la desesperación a la que a momentos se aferraba.
—Deberías tomar un baño, ven conmigo—hizo un gesto con su cabeza.
—No voy a ir con alguien como tu, no se quien mierda te piensas, me largare ahora.
El rubio inició un camino que fue detenido cuando notó su mano ser atrapada rodeando por completo su delgada muñeca, Jungkook acercó el débil cuerpo a donde minutos antes se encontraba, algo cansado de la actitud inmadura que mostraba mas entendiendo su comportamiento pues vivir en la calle no debía ser algo fácil

ESTÁS LEYENDO
My Sugar Baby 《VKOOK》 BTS
Fanfiction-Miénteme, hazme creer que me amas aunque todo sea una maldita ilusión. En donde ni un susurro podía oírse y la más íntima soledad lo abrumaba, pudo apreciar un rayo de luz llamado Jungkook.