El despertador me aturdió. Suspiré pesadamente tratando de ignorar la creciente ansiedad en mi pecho.
Era el primer día de escuela. Empezaría un nuevo semestre y esta sería la primera vez que me reencontraría con Oliver después de todo el fiasco de las vacaciones de verano. Necesitaba mantener mi compostura intacta o estaba seguro de que terminaría evadiéndolo todo el día.
Claro, suponiendo que él tiene ganas de verme. Me sentía estúpido al pensar que aun después de todo lo que pasó, aun quisiera estar conmigo. Jason resultó ser un problema más grande de lo que esperaba. No quería que las cosas con Oliver salieran así.
Tengo que ser honesto, en realidad sentía miedo.
Me levanté lentamente de la cama y entré al baño. Me desvestí y dejé que el agua fresca de la regadera se llevara todas mis dudas. No había puesto pie fuera de casa y ya quería que me comieran vivo. No podía continuar con estas cosas, debería de sentirme seguro en mi propia piel.
Pasé mis manos a los costados de mi cuerpo, abrazándome. Ví como el agua jabonosa escurría de mi cabello y caía en la coladera. Arrugué mis pies, sentí náuseas.
Después de cambiarme y asegurarme de que tenía todos mis cuadernos en la mochila, bajé con pasos pesados las escaleras. Revisaba frenéticamente mi celular, debo admitir que la falta de un mensaje de Oliver era preocupante. A pesar de no tener una relación tan estrecha, nunca perdíamos la oportunidad de mandar un mensaje de "buenos días". Hacía más de diez minutos que yo había enviado dicho mensaje. Probablemente me odie.
Me serví un plato de cereal, concentrándome en la simplicidad de la acción de simplemente estar comiendo. No me sentía deprimido, o al menos eso era lo que yo creía. Tenía que acostumbrarme a funcionar normalmente.
Creí que romper con Oliver no me iba a afectar tanto, considerando que solo estuvimos juntos por poco menos de un mes. Aparentemente estaba equivocado.
Terminé mi desayuno y salí por la puerta principal, asegurándome de cerrar con llave, ya que Charlie seguía dormida en su habitación.
Era una mañana fría, los días así eran mis favoritos, lo suficientemente nublados, de una manera en la que sientes estar dentro de una cueva. Coloqué mis audífonos sobre mis orejas y caminé tranquilamente en dirección a la escuela.
Estaba absorto en mis pensamientos. Varias veces me percataba que no le estaba prestando atención a la canción en mis oídos. Claramente mi cerebro solo estaba enfocado en Oliver.
Sé que Amy sería la primera en regañarme por darle más importancia de lo que debería, pero no puede culparme del todo. Oliver en serio me gusta, y me pateo la conciencia constantemente con el simple hecho de saber que fui yo quién lo echó todo a perder.
Mi mandíbula se tensa. Atravieso el portón de la escuela y el movimiento dentro de los pasillos es abrumador. Debía dejar de darme crédito, solo era un grano de arena en todo este mar de estudiantes preocupados por sus propios asuntos. Era absurdo pensar que tener un novio a vista pública importaría lo suficiente como para comenzar a ser relevante.
Saqué una hoja de mi mochila, la cual me indicaba mi horario y la ubicación de mi casillero. Agradecí no tener el mismo que el semestre pasado, estaba harto de ser golpeado por la puerta del baño cada vez que alguien salía.
La mañana había comenzado muy bien, y le agradecí al cielo por ello. Me encontré con un par de amigos a los que saludé brevemente, mientras trataba de buscar a Amy entre todas las cabezas de la escuela. Aunque en realidad me moría de ganas de ver a Oliver. Supuse que al ser un grado superior al mío, simplemente lo pondrían del otro lado de la escuela, haciendo imposible que nos vieramos entre clases. Pero eso ya era pensar demasiado las cosas.
Abrí mi casillero sin ningún problema y puse los libros más pesados dentro. Una vez que mi mochila se sintió más ligera, me permití enderezar mi espalda y acomodar un mechón de cabello detrás de mi oreja. Comenzaba a encontrar molesto que mi copete tapara mi ojo derecho.
—Hey... ¿Alex?
Escuchar su voz me erizó la piel. ¿Cuándo había llegado? Ahí estaba Oliver Sharp, frente a mi. Sonriéndome.
—Lo siento. —fue lo primero que salió de mi boca. Apreté los ojos y sentí el calor subir a mi rostro. Felicidades idiota, lo acabas de arruinar todo.
—¿Qué?— Oliver rió algo nervioso— No te preocupes, yo uhh... Me preguntaba si quisieras pasar el rato después de clases, digo, no quiero que te sientas incómodo o algo...
—¡Para nada!— mi voz sonó un poco más fuerte de lo que creí. Varias personas giraron su cabeza brevemente hacia nosotros. —Quiero decir...uh... sí, estaría bien.
Vi los ojos de Oliver brillar detrás de su redondo armazón. Una enorme sonrisa decoró su rostro, fue contagiosa. Di un paso hacia él, hipnotizado por sus bellos ojos verdes. En ese momento no había nadie más. Ni el ruido del pasillo, ni la escuela, ni nadie más. Solo éramos nosotros, sonriendonos como si el fiasco de hace un mes hubiera quedado olvidado.
El timbre nos regresó a la realidad. El pasillo estaba casi vacío, y ambos teníamos que atender a nuestras respectivas clases. Desvié la mirada avergonzado. Sentí su mano tomar la mía, regresándome memorias atesoradas en mi corazón, vi como se inclinó hacia mí, y antes de que pudiera reaccionar, me besó dulcemente en la mejilla.
—Bueno emm...entonces, nos vemos luego—soltó mi mano y se perdió entre los monótonos pasillos.
Fue solo por un segundo, pero fue suficiente para que ese pequeño gesto me mantuviera sonriendo como tonto el resto del día. ¿A quién quería engañar? Estaba enamorado.
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Historia de un Adolescente 2: Esto puede funcionar
Teen FictionHa pasado tiempo. El regreso a clases es abrumador para ambos. Alex y Oliver descubren más sobre ellos mismos. ¿Qué es lo que desean? ¿Cuál es su sueño más grande? ¿Qué tan difícil es el amor? En esta secuela a Historia de un Adolescente, descubrir...