¡BANG!

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Yo vivía sola en un apartamento con mi perro. Le había enceniado cientos de trucos.
Sabía dar la pata, se echaba al piso, le tiraba una rama y me la traia y hasta se hacía el muerto cuendo le apuntaba como mis dedos en forma de pistola.
Una noche volví del trabajo agotada, me senté en mi sillón y me puse a ver la tele. Mi perro se había puesto en frente mío y me miró con ganas de querer jugar pero yo estaba muy cansada, de la nada mi perro se tiró al piso y se hizo el muerto, lo cual era raro porque yo no había puesto los deseos en forma de pistola, pero vi a alguien por el rabillo del ojo atrás mío.
Yo salí corriendo a la salida, pero cuando llegue, en la puerta estaba escrito:
"Ni lo intentes" con sangre.
Me di la vuelta y salí corriendo a mi cuarto para esconderme, pero apenas me di la vuelta vi una figura alta enfrente mio, me miró fijamente y dijo: "Yo también tengo una pistola"
¡BANG!

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