Rainbow Dash

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Vivo mi vida, un día a la vez. Gran parte de esos días transcurren sin nada nuevo, siempre cayendo en la misma rutina: despierto, camino al trabajo, trabajo, vuelvo a casa, pierdo el tiempo y me voy a dormir. Algunas veces salgo con mis amigos, otras sólo juego videojuegos o veo My Little Pony: Friendship is Magic. De vez en cuando, algo nuevo o interesante ocurre: me encuentro con un viejo amigo, encuentro un billete en el suelo, o me persigue un perro callejero. 

Vivir en una ciudad moribunda no es muy interesante. Esta ciudad alguna vez estuvo llena de vida y color, pero ahora... la mayoría de las casas están cayéndose en pedazos, los negocios vacíos y abandonados, y varios terrenos vaciados de las alguna vez grandes fábricas que ayudaron a mejorar la economía. Nunca he visto la ciudad durante esos tiempos en persona, pero he visto fotografías. Mi madre y mi padre vivieron felices, y sólo podían desear lo mismo para mi crecimiento. 

Tristemente, no puedo decir que haya logrado cumplir su sueño. He caído en la misma rutina aburrida: Despertar, trabajar, dormir, y se repite. Tengo algunos momentos de dicha, pero la presión diaria por la que paso supera los pequeños momentos de felicidad que tengo. My Little Pony me ha ayudado, pero sólo es algo más que hace que renuncie a mis esperanzas. Cada vez que veo el programa, o alguno de los ponis en una página de fanáticos, regresan a mí los brillantes colores, las caras de felicidad de los ponis, y el pacífico escenario de su mundo. Es muy difícil ver ese hermoso mundo, tenerlo tan a mi alcance; alcanzo a tocar sus cálidos colores, y las brillantes y sonrientes caras de los ponis. 

Sólo para que me detenga el monitor de mi computadora. 

Vuelvo a la realidad. Llega el punto a donde simplemente apago mi computadora y salgo a caminar. Lo hago muy seguido, sobre todo después de la muerte de mis padres. Salgo a caminar. Cuando me siento triste, camino. Cuando me siento cansado, camino. Cuando tengo ganas de caminar... camino. Caminar se ha vuelto mi segunda vida; paso al menos la mitad de mi día fuera en las aceras dañadas y en la decadente urbe. He visto gente ir y venir. He visto edificios derribados, quemados, o tan llenos de grafiti en sus paredes que su color original es casi irreconocible. Rara vez presto atención a la gente durante mis paseos. A la mayoría no le gusta mirar a la antes bella ciudad, sus hogares o negocios. Y no los culpo. De hecho los envidio. Ellos la vieron con sus propios ojos, vieron los edificios altos e imponentes, los jardines aún recién podados, los caminos pavimentados, y las aceras aún intactas. 

Lo más cercano a eso que he visto son las pinturas de mi madre, cada una escenas de este mundo. Ella empezó a dibujar una vez que todo empezó a desmoronarse bajo sus pies, haciendo de ese triste escenario algo hermoso. Su obra maestra es de un campo abierto en el que había un estacionamiento. Sobre el, dibujo un asombroso arcoíris. Mi pintura favorita. Creo que es parte del por qué Rainbow Dash es la que más me gusta de las otras ponis. Sus colores, su asombroso sonic rainboom, todo me recordaba a esa pintura. Hay veces en las que he deseado tener mi propia Rainbow Dash, o más realísticamente un peluche de ella, para abrazarla mientras duermo. He hecho de un viejo Simba un reemplazo "temporal" hasta que ahorre dinero suficiente para comprar uno. Ayuda, de cierto modo. Como si tenerlo cerca curara mis heridas, mi dolor y mis penas. Mis pies, tras incontables horas de caminar con mis viejos zapatos, punzan bajo la cobija, y mientras tanto, abrazo al animal relleno más fuerte que una madre protegiendo a su hijo. Es lo único que puedo ver y que me haga sentir verdadera alegría, incluso si no es físicamente la Rainbow Dash que quiero. 

Así tenía que ser. 

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Hoy, como siempre, camine al trabajo. Lo mismo de siempre, sólo un día distinto, viendo a las mismas personas entrar a la tienda, tomar su mercancía y pagar, luego salir arrastrando sus bolsas. Mi turno termino tras horas de ver esto. Chequé mi salida y empecé a caminar a casa. Decidí tomar una ruta distinta esta ocasión, para cambiar el ritmo, algo un poco diferente del camino que siempre tomo. Esta parte del pueblo es la peor; sólo siguen en pie algunas casas, y ninguna habitada. Es realmente una visión triste. De nuevo, es lo único que podía ver, y lo único que veré. 

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