Han pasado tres días desde que Dashie dejó la casa. La noche de su partida, hice algo que no he hecho en
mucho tiempo: salí a caminar. No estaba seguro de adónde me dirigía, o por cuánto tiempo caminé, pero eso
es lo único que hice. Caminar. Ahora, tres días más tarde, me encuentro caminando nuevamente. He estado
fuera por unas tres horas, y aunque son sólo las cinco de la tarde, ya ha oscurecido.
Se está gestando una tormenta, y pronto voy a ser alcanzado por ella. Me doy la vuelta para volver a casa,
aunque no me apresuro. Mi energía estos últimos días ha sido casi inexistente, ya que apenas he comido algo
más que unas tostadas. Me siento tan perdido a medida que paseo por el bosque que rodea a mi casa. No, a nuestra casa. Es suya y mía. Y nada va a cambiar eso.
Ya ha empezado a llover, pero no acelero mi ritmo. Sólo camino, como lo hacía hace mucho tiempo. Los
lejanos recuerdos de dolor y tristeza antes de la llegada de Dashie comienzan a resurgir en mi mente. No he
tenido esos pensamientos en años. El goteo del agua sobre las hojas de los árboles me mantiene distraído, sin
embargo. Es un sonido tranquilo, algo que nunca oirás en la ciudad.
La lluvia está empeorando, y ahora estoy empapado. Seguro que mañana voy a estar enfermo, pero no me
importa. He estado enfermo por tres días; una enfermedad mental que me está destruyendo por dentro. Mi hija
está en algún lugar, sufriendo, necesitando consuelo y calor en esta lluvia. Me gustaría estar allí con ella,
aunque estoy seguro de que ella no querría lo mismo. Por la forma cómo actuó, es posible que no quiera
volver a verme jamás.
No la culpo, debe de ser horrible descubrir tu pasado de esa forma. No puedo imaginarme cómo se siente. Sé
que Dashie es una poni fuerte, y que puede salir adelante. Pero también sé que puede guardar rencor. No estoy
seguro si, incluso si ella volviera, me podría perdonar. O más importante, si yo puedo perdonarme a mí
mismo.
Ahora está lloviendo a cántaros. Las copas de los árboles apenas detienen la lluvia torrencial mientras soy
golpeado por gotas de agua. Me detengo un momento para mirar a mi alrededor y orientarme para volver a
casa. No estoy perdido, es fácil recorrer esta área una vez te acostumbras a ella. Es sólo que también estoy
buscando a Dashie mientras camino. Es la única razón por la que estoy caminando por el bosque.
Sigo adelante, manteniendo un ritmo constante. De pronto, veo un árbol grande y grueso. Su estatura
sobresale entre los demás, y a juzgar por el pasto apenas mojado deduzco que sus ramas están deteniendo esta
fuerte lluvia. Tengo que tomar un descanso, así que camino bajo el árbol y me siento. La hierba está apenas
húmeda, con unas pocas gotas logrando llegar al suelo.
Este es el tipo de árbol en el que creo que Dashie buscaría refugio bajo esta lluvia. Deseaba que fuera cierto,
aunque no la vi por ningún lado mientras me acercaba.
Cierro mis ojos y me apoyo en el tronco mientras pienso en mi vida…en nuestra vida, juntos como padre e
hija. Nos consideramos una familia, y hemos tenido la suerte de tener muy pocas peleas. Ninguna tan
desgarradora como la de hace tres días.
Siento como las lágrimas descienden por mis mejillas mientras imagino nuevamente el rostro de Dashie. La
ira en sus ojos, junto a la confusión, basta para destrozarme. Quiero enmendar las cosas, o volver en el tiempo
y evitar que suceda. Pero no puedo hacer nada. Lo hecho, hecho está.
- Lo siento…
Hablo en voz alta, sin preocuparme de que alguien me escuche. Estoy solo en el bosque, además de la vida
silvestre. Con esta lluvia, deben de estar escondidos, y los que no están muy lejos de estar en mi situación.
- Lo siento tanto, Dashie…
Sigo llorando mientras mantengo mis ojos cerrados, apoyándome en el tronco. La lluvia sigue cayendo a mi
alrededor. De vez en cuando, una gota golpea mi cabeza, pero no me importa.
Crack.Abro mis ojos por el sonido, y miro a mi izquierda. Estoy sorprendido por lo que veo. Mirándome con ojos
llorosos está Dashie. Mi pequeña Dashie, cubierta de ramas, hojas y savia de árboles por toda su cola y
melena. Está de pie a un par de metros de mí. Está empapada, de lluvia y lágrimas. No la escuché acercarse,
pero siendo una Pegaso es bastante silenciosa y ligera al moverse.
No dice nada. En vez de eso, se acerca a mí sin importar los ruidos que haga al caminar. No me muevo, sólo
me siento en el suelo y la veo con mis ojos húmedos. Luce horrible, y al mismo tiempo hermoso. Tal vez
necesite un baño, pero esa es la menor de mis preocupaciones.
Sin decir nada, se sienta a mi lado, evitando hacer contacto visual mirando al bosque. Sólo puedo mirarla,
deseando abrazarla fuerte y no dejarla ir. Pero me contengo, sabiendo que sería demasiado brusco.
Finalmente, ella es la primera en hablar.
- Te…te escuché – Dijo, mientras susurraba después – Y yo también lo siento.
Sonrío, a través de mis lágrimas. Mantiene su actitud obstinada, incluso cuando tiene problemas al
disculparse.
- Dashie, no tienes nada de qué preocuparte. Es mi culpa, así de simple.
Parece que mi punto no se transmite, ya que finalmente me mira con un rostro triste.
- Papá ¿Aún…aún me quieres?
Ahora es el momento de actuar. Me inclino y la sostengo en un fuerte abrazo.
- Por supuesto, Dashie. Siempre te he querido. Y aún te quiero, sin importar lo que pase. Ni siquiera una
pequeña pelea como la nuestra puede cambiar eso.
Ella me devuelve el abrazo, y ambos nos sentamos allí y lloramos juntos. Seguimos disculpándonos, yo por la
verdad y ella por alzarme la voz y escapar de casa. Al cabo de un rato, la lluvia disminuye, mientras seguimos
bajo el árbol.
- ¿Papá?
- ¿Sí?
- ¿Podemos ir a casa? Necesito una ducha, urgente.
Suelto una carcajada, y ella también se ríe mientras nos levantamos. Volvemos a casa, y ella sigue sonriendo,
igual que yo. Lo he estado pensando, y creo que le daré su regalo de cumpleaños por adelantado.
Un boleto para el isla magica. Sí, la estoy llevando a isla magica. Ella puede sentarse en algunas nubes y observar
mientras yo estoy en las gradas, pero necesita algún recuerdo sobre su visita. Seguro que lo pasará bien, y
aunque no espero enmendar todo con esto, espero que le suba los ánimos.
Con algo de tiempo, estoy seguro de que se relajará y pensará sobre su origen. Es una yegua inteligente, y
sabe que es real, no el poni creado para el programa. Sólo puedo ayudarla a creer en eso, y espero que haga lo
mismo por mí.