Mas tarde ese día, salimos a comer a un bar algo "moderno" toda la temática se centraba en lo indie, desde el pop hasta el rock, libros, juegos, era un peculiar lugar donde cada mesa era una cabina individual para dos personas, la ambientación era mantenida por la instrumental de compass, que al ser tan suave pero emotiva, era ideal para pasar el rato.
Bea no hablaba de los besos de lengua o de como quedamos dos horas dormidos desnudos en un baño luego de tener sexo, solo comíamos algunas papás, un sándwich algo caro pero muy delicioso y un poco de piña colada.
Estábamos allí, juntos, ocasionalmente la miraba y me moría de ganas por besarla, pero no se podía hacer nada mas que eso, no podía tomar la iniciativa dos veces.
Acabamos de comer, pero el cubículo de nosotros era libre un rato más.
Sólo estábamos allí, mirando la bandeja con restos de comida, pero nada mas allá de eso.
El rato pasaba y nos gustaba insinuar al otro lo que habíamos hecho, como si de una travesura de niños pequeños se tratará.
Y entonces, hablamos.
"Milo...vamos a tocarnos"
No alcance a responder cuando tu mano llegó a mi entrepierna, me dabas pequeños agarrones y estos poco a poco me fueron poniendo duro.
La cabina estaba cerrada por dentro, por lo cual, no vi problema en seguirte el juego, te complací dejando salir mi pene nuevamente de mis boxers, cuando viste la phimiosis que tengo por desgracia, te mostraste algo curiosa y con un poco de mi ayuda, lograste sacar mi glande del pequeño y estrujado hueco de mi prepucio.
Estaba muy erguido, rojo, con las venas algo marcadas. Torpemente empezaste a frotar mientras le agarras el truco.
Luego, se hizo algo incómodo. No me parecía justo ser el único que recibía el placer, entonces pasamos a una pose donde los dos seriamos beneficiados.
Te senté en mis piernas, aún que tenias que estirar un poco abrazo atrás, pues tu espalda estaba frente a mi rostro ahora, tu entrepierna y senos estaban libres para juguetear.
Antes de subirte, te bajamos los jeans ajustados y las bragas, cuando fui a tocar, ya estabas caliente.
Mi mano derecha estaba centrado en dar pequeños masajes al clítoris, con leves halones, sin mencionar punzones con el dedo medio en el orificio de la vagina, entrando muy levemente, mientras mi mano izquierda, estaba debajo de tu blusa, manoseando el seno correspondiente por encima del sostén.
El rato fue largo, pero cada vez nos calentamos mas y más, nuestro intento por romper la tensión sexual sin recurrir al coito, no funciono.
Tirando la bandeja al suelo, te sentaste sobre la pequeña mesilla, nos terminamos de quitar los pantalones y con la musica en bucle, todo se hizo lento, nos veíamos a los ojos, pese a que actuábamos con desenfreno, la simple melodía de la canción lo hacia todo mágico.
No voy a negar, disfrute mucho los besos que nos dimos antes de proseguir con el coito, besandonos como todos unos expertos, cuando hace nada solo hablamos de porno.
Tu respiración caliente, el ocasional hilo de saliva que nos unía después de un intenso intercambio de saliva, todo tenía una onda diferente en ese momento.
Entonces, proseguimos, cuando te penetre, pasaste tus brazos detrás de mi cuello y en medio de un largo y muy candente beso me empecé a mover, esta vez, con mayor facilidad, pues cooperábamos esta vez, durante tus suspiros procuraba dar mas fuerte, para que sintieras cada momento de esta locura que hacíamos.
Diez minutos después, fuimos cada vez mas duro, hubo un punto donde con tus piernas aferrando mi cintura, potenciaste mis embestidas y no me resulto para nada egoísta.
Se nos fue el tiempo en este juego, no parábamos de intercambiar besos a lo tonto, de sentir el calor del cuerpo del otro pese a que nuestra desnudes solo era de cintura para Abajo, no pensamos "esto es un lugar público" o "nos van a pillar en algún momento" solo en rendirnos ante el lívido peligroso de adolescentes como nosotros.
Casi 20 minutos, aun que eyacule dentro tuyo, aun que con cada embestida el semen que estaba en tu interior viajaba y viajaba, alcanzaste un orgasmo digno de presenciar.
Un espasmo fuerte, el como clavaste tus uñas en mi espalda y quedaste temblorosa...
Caí rendido sobre ti, aun pegado, pero realmente agitado, pero aun así, no pare de besarte por otros cinco minutos más.